Fideos con brotes de soja

Seis años después de escribir esta receta y preparando mi libro de Maridajes con cocinas exóticas, supe que este plato se conoce como Pad mii ( ผัดหมี่ ), que vienen a ser como un Pad Thai, pero más auténtico, más primitivo, más doméstico.

En esa inmensa región, que otrora los franceses colonizasen con el nombre de Indochina, este plato se come como único (eso el día que tienen suerte, claro), algo equivalente a las sopas Buta Jiru japonesas, es decir, un cuenco con comida, el Pho.

La verdad es que es una delicia y les aseguro que, después de un cuenco de Pho, no les lleva el viento, pero en nuestra cultura, más bien se debería usar como guarnición, por ejemplo de un Pollo a la vietnamita, de un cerdo agridulce, o incluso de un pescado tratado con aires malayos, que está muy rico, sobre todo si se trata de una de esas porquerías que vienen fileteadas y en bandejitas de phorexpan.

Respecto a los fideos, en realidad son una especie de espaguetis, que se pueden comprar de arroz o de trigo, según sean de orientales nuestros gustos, lo que pasa es que en España siempre se llamaron fideos, hasta que nos invadió la moda italiana en el siglo XX, y en Oriente tienen diferentes nombres según tamaño, longitud, dureza, secado, etc., pero nunca, nunca, nunca, les llaman spaguetti.

En realidad, spaghetti, que es el plural de spaghetto , simplemente quiere decir cordones, o sea, cuerdas largas y delgadas, como los de los zapatos, pero este nombre se popularizó tanto, que hoy día en todo el mundo es la forma más común de llamar a la pasta.

Los de la foto superior, que los hice en mi casa, son los llamados Udon (en Japón), elaborados a base de trigo blando, y los de la derecha, son de harina de arroz, aunque ya les dije que no recuerdo como se llaman, porque los del restaurante Da Lat (este era vietnamita), se hacen los chinos y no sueltan prenda, solo responden “Soupe Pho”, que debe ser su plato estrella, pero este nos lo pusieron de guarnición con un pato lacado, así que no es lo mismo. 

La receta se hace en dos fases, porque primero cocemos ligeramente los fideos, dejándolos al dente, pero muy dente, ya que luego seguirán cociendo con los brotes.

Siguiendo las instrucciones del fabricante, si este dice 10 minutos, pues le damos 7 y en paz.

Una vez cocidos, se ponen en una sartén, revueltos con los brotes de soja, se aliña todo con la leche de coco, un chorro de salsa de soja y otro de Teriyaki, se espolvorea con el jengibre, se tapa y se pone a cocer hasta que se llena de vapor (la proporción de salsa debemos decidirla nosotros, porque a mí me gusta poco dulce, así que de teriyaki pongo apenas 1/3, pero se pueden hacer la relación que más guste). Entonces se baja el fuego y se dejan reposar a fuego mínimo durante unos cinco minutos.

Esta sería la receta simple, la de base, pero podemos añadirle trocitos de pollo, tiras de carne de ternera, lomos de pescado, trocitos de cerdo agridulce o un sinfín de hortalizas, como judías verdes, tirabeques, zanahorias, etc.

Ya verán qué sabores tan complejos y a la vez tan armónicos, porque, como ya dije antes, basta con ponerle unas tiras de verduras y pollo, y ya tendremos todo un plato único, o si lo ponemos de guarnición de un pescado a la plancha, será un espectacular plato combinado.

En la foto izquierda (si pinchan en el icono cuadrado, se amplçia), verán una cosa rara. Es pimienta fresca en rama, un ingrediente muy común en la cocina de estos países, pero que en España no se encuentra, al menos yo, por eso no lo he incluido en los ingredientes, pero es una delicia.