Parrillas argentinas
Reformado en septiembre 2010
Gracias a Dios ya paró la manía de abrir parrillas en cada esquina, porque hubo una racha que salían como los champiñones en otoño.
Debía venir la criba, una buena purga que limpiase la morralla de oportunistas que pretendieron hacerse de oro vendiendo huesos a precio de carne. Desgraciadamente, parece que los comecostillas abundan tanto que hay clientes para todos, de modo que cíñanse a nuestros consejos para evitar disgustos.
Son lugares populares, familiares, ruidosos, bullangueros, con padres de familia que vociferan en la cabecera de la mesa para mostrar que él es quién paga y quién manda, pero los que se sitúan en un plano un poco superior, es decir los que aquí reseñamos, mantienen el carácter informal y la posibilidad de comer con presupuesto recortado, pero con el mínimo de calma exigible para poder hacer una buena digestión.
Su origen es indudablemente argentino, importado por los emigrantes de última generación, pero muy asturianizados, con buena oferta de pescados, entradas mas o menos personales y postres caseros, bastante en la línea de los asadores vascos, pero sin tanta calidad.
Para los amantes de la cocina argentina he de advertirles que algunos de sus platos mas deliciosos, como los chinchulines, las empanadas (empanadillas) o el matambre, aquí no se encuentran. Ni tan siquiera las patatas asadas, una verdadera lástima porque cambiar semejante golosina por unas patatas mal fritas, es un verdadero crimen gastronómico. Eso sí, chorizos criollos, pollo, costillas y otras economías, se asan en cantidades industriales, porque ya he dicho que mucha gente va a estos sitios para llenar la panza por cuatro euros.
Son lugares populares, familiares, ruidosos, bullangueros, con padres de familia que vociferan en la cabecera de la mesa para mostrar que él es quién paga y quién manda, pero los que se sitúan en un plano un poco superior, es decir los que aquí reseñamos, mantienen el carácter informal y la posibilidad de comer con presupuesto recortado, pero con el mínimo de calma exigible para poder hacer una buena digestión.
Su origen es indudablemente argentino, importado por los emigrantes de última generación, pero muy asturianizados, con buena oferta de pescados, entradas mas o menos personales y postres caseros, bastante en la línea de los asadores vascos, pero sin tanta calidad.
Para los amantes de la cocina argentina he de advertirles que algunos de sus platos mas deliciosos, como los chinchulines, las empanadas (empanadillas) o el matambre, aquí no se encuentran. Ni tan siquiera las patatas asadas, una verdadera lástima porque cambiar semejante golosina por unas patatas mal fritas, es un verdadero crimen gastronómico. Eso sí, chorizos criollos, pollo, costillas y otras economías, se asan en cantidades industriales, porque ya he dicho que mucha gente va a estos sitios para llenar la panza por cuatro euros.
He dicho tantas atrocidades, que en vez del ¡Ay! debería poner un ¡Pero! porque, a pesar de todo, esta es una forma mas que apetecible de comer, porque ya sea carne o pescado, a la parrilla de leña, nunca cansan y, a poco bien que se hagan, siempre están ricos.