Extracto del libro COMER CON VINO, Maridajes de la buena mesa española, del que pueden ver más pinchando en más +...
Queso DO Cabrales, con un tinto dulce
Cuando probé por primera vez este vino, antes de levitar, me emocioné, sentí algo que sólo me sucede con obras de arte como el Réquiem de Mozart, los paisajes de Rendir o el Château d’Yquem.
Una explosión de matices, a cual más sublime, pero formando un conjunto armónico.
No se parece a ningún otro vino dulce, salvo a los vintage de Oporto, porque es como un tinto de mesa de alta expresión, donde la sobremaduración ha superado la fermentación, y quedan sabores dulces a ciruela negra, puntos de moka, regaliz, canela y vainilla…, interminable. Es muy difícil encontrar botellas de añadas antiguas, este vino en botella gana un 100%.
El Cabrales
Sabores de la Reconquista
DO: Cabrales
P.V.P.: 4,70 € cuña de 100 g
www.saboresdelareconquista.com
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La mejor descripción que he oído en mi vida de este queso, fue a un anciano “affineur” parisino que, como ilustración, le dijo a un colega: “¿Te acuerdas de aquellos irrepetibles roqueforts de pastor que se hacían antaño? Bueno, pues eso es el cabrales”.
Desgraciadamente el CRDO no controla las calidades, ni indica si es de leche entera o pasteurizada (algo absurdo en un queso de tanta curación), ni si se hace con penicilium cabraliensis espontáneo, o roquefortii inyectado, por eso hay que fiarse del nombre de algún seleccionador (en España no se usa el termino afinador), que controle a su vez a los productores de mayor confianza, como este caso, claro, que además lo vende en pequeñas cuñas al vacío.
MARIDAJE
La alianza Roquefort o Stilton, con un “vintage” de Oporto, es tan antigua como exquisita, uno de los matrimonios más felices de la historia de la Humanidad, como el de los Curie, pero más sabroso.
En este caso proponemos, como decía el anciano “affineur”, lo mismo, pero en superlativo, porque un buen cabrales es una verdadera bomba de aromas y sabores en la boca, casi nos salen por las orejas, por lo que hay que apagar ese fuego, pero con algo que armonice.
La sidra no es mala opción, si queremos elevar el maridaje a la beatificación, al olimpo de los gourmets, sigan el ejemplo inglés (los franceses lo copiaron) y regálense con un traguito de este tinto dulce de Monastrell, que es lo más parecido que existe a un gran “vintage”, por supuesto mucho mejor que la mayoría de los que circulan a 17 € en vez de a 170 €…, ó 1.700 €, que los hay.
Uno de los mayores problemas del queso de Cabrales es que huele a kilómetros y nos atufa la casa, gracias al invento del vacío, podemos comprar lo justo de una merienda y evitamos una peste que nos puede costar el divorcio o la deserción de los hijos (que tampoco es mala idea).