Gramona Imperial
Gramona Imperial
Bodega Gramona
D.O.: Cava
Uvas: Xarel·lo: 50%, Macabeo: 40% y Chardonnay: 10%
Crianza: ¾ años
PVP: 14€
Extracto del libro Un vino para cada pincho, maridajes de la Cocina Canalla.
Este es el vino por excelencia de los cavistas ortodoxos. Desde que tengo uso de razón, decir Gramona era poner un punto y aparte, pero ahora lo es más aún, porque algunos puristas (no cito nombres porque no me parece oportuno), ante las dificultades que supone elaborar un producto tan caro, han cambiado de camino y se han vulgarizado.
Este es el vino por excelencia de los cavistas ortodoxos. Desde que tengo uso de razón, decir Gramona era poner un punto y aparte, pero ahora lo es más aún, porque algunos puristas (no cito nombres porque no me parece oportuno), ante las dificultades que supone elaborar un producto tan caro, han cambiado de camino y se han vulgarizado.
Quizá no sea el más fácil de beber porque predomina el vino base, y en este a su vez destaca la crianza, unos sabores nobles que ensamblan elegantemente con el proceso de champanización dando como resultado un producto armonioso, con muchos matices, largo, sabroso, untuoso y con mucha personalidad.
Lo que no encontraremos son rasgos a frutas ácidas ni a levaduras frescas, porque las uvas que lo componen ofrecen otro perfil, de ahí que advierta que no se es un cava para no iniciados.
Lo que no encontraremos son rasgos a frutas ácidas ni a levaduras frescas, porque las uvas que lo componen ofrecen otro perfil, de ahí que advierta que no se es un cava para no iniciados.
La joya de la casa es el III Lustros, un vino que merece la pena ser degustado, pero siempre dentro de esta misma línea de sabores profundos, curtidos, de haber sido cuidado durante mucho tiempo y con las uvas autóctonas.
Relegadas al ostracismo a causa de esos terroristas de la alimentación que han saturado de colesterol a nuestros retoños, las croquetas fueron durante muchas décadas uno de los pinchos más codiciados en los hogares españoles. En mi casa se hacían con la carne que sobraba del cocido y eran algo sublime, pero en Asturias aún se pueden encontrar de jamón ibérico, boletus, marisco, incluso de algas, que están muy ricas.
Yo les pediría que no llamen croquetas a esas pelotas prefabricadas y congeladas que sirven en algunos bares. Una buena croqueta se merece un respeto, por ejemplo a la hora de buscarle un buen compañero de viaje, mientras que esas otras bazofias solo sirven para llenar la panza a los comedores de platos combinados con Coca Cola y subir el colesterol malo a los incautos que las engullen.
Aquí vamos a tratar de las de jamón porque suelen ser las más frecuentes, pero en general el maridaje vale para todas porque es la bechamel (mantequilla, leche y harina) quién marca el soporte del maridaje.
Maridaje
Por lo general una croqueta nunca va sola, quiero decir que rara vez veremos a una persona pedir una ración de croquetas para zampársela así a pelo, salvo que sea yo, claro. Por lo general una croqueta suele ir junto a unas gambas a la gabardina, unos calamares fritos, algún canapé, por lo que he elegido este gran cava para acompañar estos aperitivos de lujo.
Una buena croqueta de jamón puede acompañarse de un gran vino, por ejemplo un crianza golosote de la Ribera del Duero, pero ese surtido de pinchos ya ofrece más dificultades, barreras que un cava de máxima calidad se salta a la torera y hasta resulta más alegre y vivaz al limpiar la boca de grasa y mostrar toda su carga de levaduras y hasta una cierta elegante manzana, imperceptible en cata.