Codorníu Pinot Noir

Extracto del libro COMER CON VINO, Maridajes de la buena mesa española, del que pueden ver más pinchando en más +...

 

Anchoas del Cantábrico, con un cava rosado

La DO Cava prohíbe el uso de la uva Pinot Noir en blanc de noirs (uva tinta vinificada en blanco), la más exquisita de los grandes champagnes, no sé porqué, ya que es absurdo negar su calidad, pero el caso es que, para probar un cava de esta uva, hay que recurrir a rosados como este, que, por otra parte, aunque no ofrecen esa frescura y verdor de la vinificación típica del champagne, resultan tan deliciosos que pueden compararse con los míticos “Rosés” de Reims o Épernay.

 

Hay ligeros aromas a frambuesa y sabores cítricos que combinan a la perfección para hacer un conjunto armónico pero potente. Un cava apto para carnes, pero que donde da la nota, es con un aperitivo de grandes sabores, como las anchoas.

El plato.

El genial Enrique Jardiel Poncela, aseguraba que si los zares de Rusia hubiesen probado un bocadillo de anchoas, jamás se hubiera inventado el caviar. Hoy día, una merienda o aperitivo a base de anchoas ya no es baladí, sobre todo si hablamos de conservas de élite, porque si en el Mediterráneo ya han desaparecido, en el Cantábrico la cosa va por el mismo camino. Una buena anchoa debe ser carnosa, ligeramente salada, sin espinas y con un sabor que no se puede definir, porque son matices avellanados, entre el pescado seco y el aceite de oliva, que juega un papel fundamental. Unas sensaciones tan indescriptibles como las de un jamón ibérico de bellota.

 

 

MARIDAJE

Ya he comentado que, en estos momentos, las mejores anchoas del mundo son las artesanas del Cantábrico, que son pocas, porque hay más fraude que con los relojes de Cartier, pero la tradición viene del Este, de Italia, de Midi francés, de Cataluña, que fueron quienes las inventaron y vinieron siguiendo hasta Finisterre a estos pequeños, deliciosos y escurridizos pececillos, que las nuevas técnicas de pesca han llevado al borde de la extinción. En Banyuls, se toman con vinos rancios, asoleados, tipo amontillado, y la combinación tiene su encanto, a pesar de que ese vino es una birria. En Cataluña se acompañan de cava, en Euskadi de Txacolí, en Asturias de sidra y en Galicia, pues me imagino que de albariño, porqué no. La verdad es que son de lo más agradecidas, incluso montadas sobre queso manchego, que está muy de moda, pero catando en serio como se merece una conserva como esta, la verdad es que con este cava fue como nos resultaron más encajadas, porque el vino tiene esa nota de tinto que necesita la carnosidad de la salazón, si está como Dios manda, claro, porque para tomar esas chilenas que venden por los bares, con una caña de cerveza van que chutan.