Restaurante Casa Consuelo

¿ Una terrina de la casa hecha con hígado de oca y trufas al Armagnac, al más puro estilo perigordino, en una comedor popular de carretera de Luarca? ¿Se han vuelto locos? Puede que sí, pero se vende como churros y es quizás la mejor que yo haya probado en toda mi vida y les aseguro que no han sido pocas.

Cuando las cosas se hacen bien, todo marcha, incluso en estos tiempos de crisis en los que algún saltimbanqui ha dado ya con sus huesos en la lona por querer hacer malabarismos para los que no estaba preparado.
En Casa Consuelo no hay sustos, siempre se come bien. Quizás este día no haya lubina porque en Puerto de Vega no entraron, pero seguro que habrá un lenguado de a kilo o esas merluzas de litoral que solo Alvaro sabe como conseguir, o si no, pues pote, que ese nunca falla.
Su hígado de oca sigue siendo aperitivo obligado, por ejemplo con un perfumado albariño o mejor aún con un Gewürztraminer, porque si su carta es tradicional, su oferta de vinos es para dejar boquiabierto al mismísimo Robert Parker, con una de las mejores colecciones de Vega Sicilia de toda España y todas las novedades de moda.
Otra cosa son los modales, porque lo mismo podemos ser mimados por un buen camarero como es Clemente, que ser maltratados por otro que ese día esté con la úlcera guerrera. Este es un local donde atienden lo mismo a un ministro que a un autocar de seguidores del Coruña y claro, cuando se juntan churras y merinas, pues pasa lo que pasa, sobre todo cuando las churras vienen en manadas de a cien y son quienes mantienen, en buena parte, el negocio rentable.


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