Ensalada de spaghetti

El tratamiento que se le puede dar es similar al de una ensaladilla rusa, es decir que se puede preparar y mantener cierto tiempo en la nevera, aunque manteniendo las debidas precauciones por aquello de la salmonelosis (no en vano, y para curarme en salud me limito a poner como ingrediente 1/2 litro de mahonesa, y que cada cual tome la decisión de usar el bote o hacerla en casa).

Empecemos por cocer la pasta según las instrucciones del fabricante (cada marca tiene su tiempo en función de la dureza y calibre de los espaguetis), pero procurando dejarlos algo duritos, al dente, que dicen los puristas.

Una vez cocidos se meten unos minutos de agua fría, primero para detener la cocción, que de otro modo seguiría internamente, pero además para sobrehidratarlos y que no chupen demasiado la humedad de la mahonesa, sobre todo si esta es de bote, o la hemos dejado muy compacta.

Vamos con las hortalizas.

Se trata de cortarlas todas lo más fino posible.
Para la zanahoria es fácil, porque se puede rallar con la mandolina, y el pepino también se puede, primero laminar con esta, y luego cortar a cuchillo, las obleas obtenidas, hasta hacer tiritas.
Lo más complicado es el tomate, pero es cuestión de usar un cuchillo bien afilado, y procurar no despachurrarlo.

Con el pimiento igual, a cuchillo limpio.
Conviene lavar en agua fría el pepino y el pimiento una vez cortados, así se les va algo de su juguillo, que es lo que más les hace repetir.
A todo este revoltijo de hortalizas, le vamos a añadir el huevo, que por cierto se me olvidó decir que había que poner a cocer antes de nada, porque debe estar duro, claro.
Mezclamos bien todo con la mahonesa, y ya tenemos la salsa.
Ahora solo falta mezclarla bien con los espaguetis, y meter una media hora en la nevera, porque conviene servir fresco, aunque no demasiado frío, porque pierde aromas y hace daño en los dientes.