Finca Constancia

 Extracto del libro La Bodega en casa y sus maridajes, del que pueden ver más pinchando en +

 Un nuevo tinto manchego

Otro gran vino manchego que prefiere salir al mercado con la contraetiqueta genérica de Vino de la Tierra de Castilla, en vez de aceptar las arcaicas normas del CRDO correspondiente y entrar en el pelotón de los mediocres.

La firma González Byass apostó por este bello rincón de los Montes de Toledo para hacer una bodega de espatarrar (hacen enoturismo, así que se puede visitar y comer allí), todo un derroche de diseño y tecnología punta, rodeada de 200ha. de viñedo, especialmente concebido para hacer un tipo de viticultura del siglo XXI, en la que cada factor ha sido analizado meticulosamente (agricultura sostenible y viticultura de precisión, según explica su prospecto), para lograr vinos de alta gama a precios de vino de diario, para poder tomar como vino de casa.
Pensarán ustedes que con semejante mercadillo de variedades de uva, no habrá quién se entienda, sin embargo esa era la auténtica enológica antigua, el arte de saber equilibrar un vino según viniese la cosecha, subiendo el porcentaje de uvas ácidas si era menester, o por el contrario suavizarlo si el año venía con poco grado. Y, pasado el furor de los monovarietales, parece que algunos jóvenes enólogos, apuestan por volver a este sistema, porque lo que importa es lo que hay en la copa, no como se ha hecho.
Este es un vino muy conjuntado, con las maderas tan integradas que casi forman parte de los aromas primarios, y en el que la fruta aparece solo como parte de un conjunto armónico, elegante, con paso de boca sedoso, a la vez que vibrante. Un vino nuevo pero que parece que lo conocemos de toda la vida.

 Con qué disfrutar de este vino

Calamares en su tinta (ver receta)

Aviso a los navegantes: esta receta solo puede hacerse con calamares muy frescos y con su prpopia bolsa de tinta que habremos examinado previamente, porque ahí radica todo el sabor de la salsa. Si no es así, mejor poner lentejas o un filete con patatas.
Unos buenos calamares en su tinta tienen un saborcito dulzón, golosote, a la vez que a marisco, una extraña combinación que requiere de un vino tinto serio y elegante, cuya sobriedad contraste con el desmadre de sabores del guiso, porque si le metemos un blanquito perfumado, al final haremos una perfumería sin pies ni cabeza.
He puesto este plato como ejemplo porque me pareció muy interesante el contraste, pero es que una de las propiedades de este vino es su versatilidad.
Como ya comenté, su precio nos permite usarlo como vino de casa y es que muy raro será el plato que no se deje acompañar gentilmente por este caballero castellano.
Yo lo probé a diferentes temperaturas y cambia por completo, por lo que les aconsejo que jueguen con este factor. En el caso de los calamares, para realzar su acidez y vivacidad, lo serví a 14ºC de nevera (en copa sube rápidamente a los 16ºC), mientras que con una carne roja conviene dejarlo subir hasta los 17ºC, para que sea más envolvente.