Grego

Hará unos diez o doce años, durante unos cursos de sumillería que impartí en la Escuela de Hostelería de Gijón, estos madrileños sorprendieron a la concurrencia con sus vinos. Hoy ya son habituales en los cuadros de honor de toda España.

La historia de los vinos de Madrid es realmente interesante, no en vano fue Villa y Corte mucho antes de que los vinos se embotellasen, por lo que su proximidad al mayor centro de consumo del país hacía de estas zonas el mayor centro de producción del imperio, un verdadero atlas enológico.
Recuerdo que, incluso en los años 60, al restaurante de mis padres, llevaban desde Arganda el vino en pellejos.
En los últimos años y tras una crisis que casi arrasa con todas las bodegas, la D.O. Vinos de Madrid está recobrando fuerzas y éste es el mejor ejemplo, un vino en la línea de los nuevos riojas, con maderas tostadas pero discretas, notable fruta madura, redondeado por la calidez, robustez y profundidad de la Syrah, excelente presentación de botella y un precio que permite disfrutar de él en cualquier restaurante sabiendo que vamos a quedar bien ante nuestros invitados sin tener que hipotecar el coche.