Puré de avellanas
A mí me gusta reconocer la paternidad de cada receta (también me gustaría que se hiciese lo propio conmigo, pero bueno...), así que, aunque verán que es una tontería, como el resultado es absolutamente delicioso, pues he de apuntar que lo probé en La Parrilla El Sueve, en Gijón, uno de los locales más tétricos que conozco, pero donde preparan unas carnes a la brasa deliciosas.
Esta la sirven con el venado, a la brasa, por supuesto, porque allí es la parrilla quién manda en todo y desde luego que lo hacen con maestría.
Con cualquier pieza de caza va divinamente, incluso con las de pluma, como aquella deliciosa Perdíz al vino que mi madre hacía tan magistralmente y su jefe de cocina desgraciaba con aquellas abominables patatas panadera, que decía él, aunque de tal, no tuviesen ni los aires.
La receta
Es realidad es una tontería, salvo que partamos de patatas asadas para hacer el puré, que sería lo más chachi. Pero bueno, los de escamas, los prefabricados, no están demasiado mal, a condición de meterles buena mantequilla salada de Tineo y queso Parmesano regianno recién rallado.
Hacemos un puré de patatas tradicional, aunque más bien espeso.
Pulverizamos las avellanas en la picadora y las añadimos al puré, al igual que el queso, las limaduras de piel de limón y la mantequilla. Debe removerse bien para homogeneizar, incluso pasarlo por el agitador de varillas de la minipimer.
Podemos gratinarlo con antelación y recalentarlo al día siguiente. No sé por qué, pero queda más esponjoso, como aéreo y crujiente.
Este mismo sistema se puede aplicar con setas como boletus, trufas u otros productos aromáticos, hasta con castañas en almíbar, pero bien lavadas.