Puré de espinacas
En España, país donde las espinacas fueron casi protagonistas durante ocho siglos en las grandes mesas mozárabes y judías, hoy las hemos dejado caer en el olvido más absurdo y necio, porque su recetario es casi infinito, como podemos ver no solo en en Oriente Medio (Grecia, Turquía, Israel, Líbano, etc.) si no por toda Europa.
La receta más deliciosa de todas es la que explico en el plato Espinacas a la crema, pero como es bastante latosa y hasta difícil, pues aquí, como se va a usar como guarnición, pongo un sucedáneo, que por otra parte es la habitual en la cocina tradicional alemana, bávara sobre todo, para acompañar su insuperable Codillo.
En la foto ven ya una preparación congelada (cambié esa foto por la actual en diciembre 2011). A mí no me gustan estas cosas porque no sé qué engordantes ni qué grasas han usado, por eso prefiero que las compren, congeladas, sí, pero crudas, que son muy saludables. Si usan este precocinado, mézclenlo con puré de patatas de ese que se llama "a los tres quesos" y listo.
La receta
El truco es usar un buen puré de patatas de base. Para ello cocemos las patatas y cuando se puedan manipular, se pelan, trocean y meten en un bol para triturar. Añadimos el queso rallado, la nata, la mantequilla y las espinacas recién cocidas (solo un hervor) y picadas en fino.
A partir de ahí se tritura más o menos fino, según gustos y se recalienta (con cuidado porque se pega con facilidad) hasta coger la textura que más nos guste.
A mí me gusta tanto que hasta lo preparo como base para algunos platos, como el de la foto de la derecha, o incluso como plato en sí, como ven en la foto superior, una cena perfecta.