Huevos fritos con jamón
Publicado en el Diario El Comercio, año 1997
Con este artículo considero haber llegado a mi auténtica madurez profesional como escritor gastronómico, porque describir con razón el dificil arte de freir un huevo no es tarea facil, y cualquier desliz implicaría el total desprestigio al aplicárseme la lapidaria frase: “No sabe ni freir un huevo”.
Tan solo mis mas ilustres colegas han tomado esta decisión y así el incuestionable adalid Angel Muro, en su Practicón no solo le dedica dos páginas, sino que utiliza las palabras mas duras para quien no siga sus consejos comparando esa deshonra culinaria a las primeras notas del himno de Riego, aunque menos sarcásticas que las de Lope de Vega en su carta al duque de Sesa al hablar de los anteojos de Cervantes que parecían huevos estrellados.
Algunos años después, a principios ya de nuestro siglo, otro insigne gastrónomo, D. Manuel Puga y Parga “Picadillo”, abordaba la espinosa cuestión criticando la escesiva vehemencia del Practicón, y así llevamos los gastrónomos españoles mas de cien años discutiendo sobre las bases filosóficas del arte de freir un huevo.
Para no entrar en tan profundas disquisiciones, yo simplemente voy a exponer aquellas teorías sobre las cuales no hay debate.
Es importante premeditar sobre los elementos participantes en el acto, o sea los huevos en sí, el medio graso en que se han de freir, y la temperatura que materializará el milagro.
Si por ejemplo partimos de huevos de aldea, procedentes de gallinas libres alimentadas de maíz, convendrá usar un aceite neutro que permita disfrutar de los sutiles sabores propios del huevo (por ejemplo de maíz).
Si el huevo ya es menos sofisticado, el aceite de oliva virgen aportará mucho sabor, y si ya de mano sabemos que los huevos son esa porquería que habitualmente compramos en el super, pues entonces conviene freir previamente en ese aceite unas tajadas de tocino o incluso unos chorizos, con lo que los huevos adquirirán ese caracteristico sabor (así es como se hace en casi todos los chigres de aldea y todos los guiris alucinan).
Ahora falta dilucidar el punto de fritura.
Si no vamos a mojar grosera y golósamente en la yema, la cosa no tiene conflicto, incluso esos huevos que en las cafeterías hacen sobre la plancha pueden valer, pero de lo contrario hay que seguir los consejos del Practicón y de Picadillo: el aceite debe estar humeante.
Es muy importante que el huevo esté templado y cascado previamente en un bol, porque si lo usamos recién sacado de la nevera y partido sobre el borde la sartén, podemos provocar un calamitoso accidente doméstico, abrasarnos las manos, poner perdida la cocina, y encima hacer un espantoso ridiculo ante el númeroso publico asistente, especialmente invitado a participar del supremo acto.
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