Briouats de kefta
Si se dejan ustedes caer por alguno de los países que conforman ese extraño conglomerado llamado Magreb (Magreb quiere decir “Por donde se oculta el sol”, respecto a Arabia, claro, de modo que es todo aquel país musulmán que se encuentre al oeste del Mar Rojo, aunque dejan fuera a Egipto, un lío), verán miles de pastelitos de pasta filo con diferentes nombres, algunos de ellos “Briouats”.
Los hay dulces y salados, rellenos de carne, de verduras, de pistachos, de todo lo imaginable, y se pueden degustar en sofisticados restaurantes o en puestuchos mugrientos en plena calle.
La verdad es que son deliciosos, crujientes y ligeros, porque la pasta filo o brick con que se preparan es mucho más fina que la de nuestras empanadillas.
Hace algunos años les presenté una receta parecida, las Filikas, que vienen a ser lo mismo, aunque estas van rellenas de nabos y queso fresco de cabra.
Hoy las he rellenado del Kefta que me sobró después del festival de pinchos que nos metimos, aún así me puse las botas.
La receta
Empezamos por preparar nuestro picadillo de carne o Kefta. Como ya les dado varias veces la receta, pues pinchen simplemente aquí, y listo.
La pasta brick se vende en rollo continuo, de modo que debemos escoger la forma que le vamos a dar a nuestros “briouats”, porque es tan ortodoxo hacerlos en triángulos, como las Filikas, o en rollitos, que la forma que escogí hoy.
Conviene tener al lado una taza con huevo batido y un pincel, de esta forma, cuando hayamos formado el rollito, le damos una pincelada al final de la masa y se quedará bien pegada para facilitar la fritura.
Verán que a pesar de lo finita que es, la pasta resiste bien el aceite caliente, aunque no debemos pasarnos porque el contenido está crudo y debe cocerse, así que no se trata de meter y sacar, sino que deben freírse con cierta calma.
Cuando se vea que están dorados, se sacan con una espumadera de alambre, se escurren bien y se colocan sobre papel absorbente para secarlos lo más posible.