Mejillones a la vinagreta
En el famoso carrito de entremeses de mi restaurante, siempre había este plato, creación de mi madre, claro, y raro era el cliente que no pedía que le sirviesen un cuenquito de ellos, porque realmente eran una delicia (Pueden ver más en La Cocina de mi madre).
Lo más latoso es limpiar los mejillones, pero ya se venden preparados y la verdad es que están muy ricos, no para comerlos a pelo, porque lo más delicioso de abrirlos al vapor es degustarlos aún calientes para apreciar sus sabores marinos, pero para hacerlos en salpicón o así, a la vinagreta, que viene a ser lo mismo, pues valen perfectamente.
Además duran varios días en la nevera, porque como llevan aceite, si quedan cubiertos, se puede conservar tranquilamente una semana, lo que es muy cómodo porque, siendo un alimento muy nutritivo, podemos usarlo de aperitivo casero.
La receta
Cada maestrillo tiene su librillo, así en España hay infinitas vinagretas, pero como a mí no me gusta demasiado en vinagre (salvo en los boquerones, claro), pues lo que hago es casi una “aceiteta”, si se me permite el palabro.
La receta no tiene más misterio que conseguir productos de huerta, que no es poco, porque de esta forma tendremos una salsa perfumada y exquisita, mientras que usamos hortalizas de bandejita, pues sabrá a eso, a phorexpán.
Les chocará lo del apio y de hecho hay personas que lo odian. A mi me encanta porque aporta un frescor único y unos perfumes que, respetando los otros sabores, colman la boca, pero conviene tener en cuenta que hay verdaderos apiofobos, así que pregunten no vayan a arruinarle el aperitivo a alguien.
Picamos bien los ingredientes, salpimentamos al gusto y añadimos el aceite, que debe ser virgen, aunque no de mucho sabor, porque hay que destacar el de los mejillones.
Una vez bien revuelto, añadimos el vinagre al gusto, de esta forma, al estar los vegetales barnizados de aceite, el vinagre no les ataca y se mantienen crujientes por más tiempo.
Respecto al vinagre cada cual puede usar el que le plazca, o sea, según sean sus gustos. Como yo le pongo muy poco, uso uno añejo de Jerez, que aporta más perfume que acidez.
Maridaje
Entre el vinagre y las hortalizas, no hay vino que resista la prueba, así que les aconsejo tirarse directamente a la cervecita, que suele ser lo que más apetece en los aperitivos.
Otra opción es el cava, para ir de finos, por ejemplo un Agustí Torelló Mata Gran Reserva , que nunca falla y es el que recomiendo en mi libro Comer con vino para estos menesteres del aperitivo. No sé porqué, pero este vino resiste los compromisos de este tipo de platos.