Tzatziki (Salsa de yogur y pepino)
Les parecerá un tanto excéntrico ver semejante especialidad en un recetario tan escueto, sin embargo y tal y como explico en la carátula, lo que propongo son aquellas salsas que me han emocionado alguna vez y que repito con frecuencia en mi cocina, y esta es de las que rara vez falta en mi nevera.
Tanto en Armenia como en la India y todo Oriente medio, se preparan estas salsas de yogur con hortalizas que cumplen dos, o incluso tres, funciones conjuntas: alimentar de forma saludable durante esos días en que el calor apenas permite comer, refrescar la boca después de ingerir otras comidas cuyo picante abrasa las mucosas y en muchos casos reponer la fauna intestinal después de las frecuentes diarreas que producen las aguas de esos lugares. Incluso se bebe como sopa (Ver Sopa de yogur)
La receta
Se lava bien el pepino y se raspa con el mango de una cuchara de madera hasta quitarles las protuberancias ya que son duras y desagradables, y como no vamos a pelarlos, pues deben limarse. El motivo de no pelar los pepinos es doble, por un lado la piel aporta un delicioso sabor vegetal, y además es la única forma de evitar que repitan. Misterios de la cocina.
Luego se filetean muy finos (debe hacerse con un cortador de verduras) y se reservan en agua fría con el zumo de medio limón. Para los que tengan propensión a repetir mucho el pepino, se pueden degollar envolviendo las laminas en sal gruesa durante cinco minutos, luego se sacuden, se lavan y se sigue el proceso del mismo modo. También se pueden añadir unas semillas de sésamo, eso es infalible, incluso para el ajo. Deben escurrirse muy bien, incluso secarse.
En un mortero grande moler (o en la picadora), majamos el ajo con la menta, la sal, la pimienta, el zumo de medio limón y un chorrito de aceite.
Cuando esté ligado, metemos el pepino y seguimos dale que te pego. Añadimos el yogur y homogeneizamos.
Debe reposar al menos un par de horas en la nevera para que se compenetren los sabores.
Para servir, se puede adornar con cebolla en láminas casi transparentes que depositamos en la superficie, con un picadillo de hojas de menta fresca, con unos tallos de cebollino recién cortado, o con ramitas de apio verde.