Salsa de rabanitos
Si en Inglaterra dice que no has probado nunca su famosa “Radishes sauce”, te mirarán como si en España dijeses que no conoces la paella, o sea, primero con asombro y luego con desconfianza, porque ¡Dios mío, qué blasfemia!
La verdad es que está muy rica, aunque quizá no tanto como para comerla en sándwich como hacen ellos.
Yo la he probado con embutidos, pero como más me gusta es con salmón frío, aquella horterada que antaño se servía en todas las bodas con el rimbombante nombre de Salmón Bellavista.
Ahora la he vuelto a traer a mis páginas para acompañar a mi nueva carta de buñuelos sin gluten, y es ideal porque refresca la boca de esos sabores que pueden llegar a empastar a la boca.
Esta es mi versión, ideal para esos platos egipcios, indúes y de oriente próximo.
Ingredientes
Una bolsa de rabanitos
Dos cucharadas de yogur griego
Una cucharada de mostaza
Zumo de medio limón
Unas gotas de salsa Perrins
Sal y pimienta
Elaboración
La preparación es muy simple y no manchamos nada.
Rallamos bien nuestros rabanitos y reservamos en un bol.
En un cuenco mezclamos el resto de ingredientes y removemos bien. Los ingleses usan nata líquida, o “crême frêche”, pero yo le pongo yogur griego, aunque reconozco que quizá quede demasiado ácida. También añado un chorrito de aceite de oliva virgen extra, pero de aceituna Arbequina, un lujo del que los pobres “british” carecen.
Añadimos la mezcla anterior a los rabanitos rallados e integramos.
Servimos en el recipiente que vayamos a llevar a la mesa.
Es una salsa que va muy bien con carnes, fiambres, pero, sobre todo, con salmón frío.