Salsa fría de nata al ajo

Esta receta es más sencilla que el mecanismo de un chupete, solo requiere algún truco para montar bien la nata, pero es tan rica que, cuando la hacía en mi casa de Castropol para acompañar las patatas asadas, volaba antes incluso que el churrasco.
Tiene mil aplicaciones, porque alegra tanto un plato de pescado como de hortalizas, incluso con alguna carne, como las BBQ Ribs (Costillas de cerdo), va bien.

Yo me la como a cucharadas o hasta de la propia salsera, como si fuera un gazpacho.

Elaboración 
Montar una nata no tiene mayor misterio, pero recuerdo que, cuando empecé a bucear en estas artes, no lo conseguía ni para atrás. Un día, haciendo un stage en el restaurante Florián de Rosa Grau, en Barcelona, esta gran cocinera me dijo “Pon la nata en un bol y mételo en otro con agua y hielo”. Cogí las varillas y ¡Oh!, en dos meneos me montó como jamás había logrado. Desde entonces sé que compensa el lío de fregar dos boles, porque evitamos una buena paliza batiendo la nata. Y encima, si se calienta, aunque solo sea por el movimiento, pues despídete que no la montas en un año.
Así pues, en un bol ponemos la nata, el ajo picado muy menudo, la piel de una lima rallada encima y un chorrito de su zumo, el tallo de cebolleta cortado fino, el perejil bien picadito, sal y pimenta. Metemos ese bol en otro con agua helada y unos cubitos de hielo, y le damos caña con el agitador de varillas, Nos sorprenderá la eficacia del resultado, pero sobre todo lo rica que está la salsita.