Cocktail de gambas
Este plato, un verdadero clásico de la hostelería madrileña de los años sesenta, es realmente fácil, resultón, y sobre todo muy hortera, pero se puede hacer con notable antelación para conservar en la nevera.
Para que realmente esté bueno, conviene usar gamba blanca, aunque no sea de Huelva, que cuesta una fortuna.
Para la salsa, llamada rosa o coktail, mezclamos la mahonesa con un par de cucharadas de ketchup, un chorrito de vermut rojo, y unas gotas de Tabasco.
A partir de ahí conviene probar para hacerla más o menos picante, mas perfumada de vermut, o más dulce, que se puede hacer con azúcar, o con ketchup (pueden ver la receta más detallada pinchando en Salsa Rosa).
Las gambas, una vez cocidas (ver Como se cuece el marisco), se pelan y reservan.
La lechuga se lava bien, se corta en tiritas, como virutas, y con ella se cubre el fondo de cada copa.
La manzana se corta en bastoncitos (se puede conservar en agua con limón), y se coloca encima.
Ya se puede salsear, y poner las gambas encima, o por el contrario, primero las gambas y luego la salsa, según el aspecto que tenga el marisco o lo que más nos mole.
Como adorno van bien unas ramitas de hinojo, el típico picadillo de huevo duro (hay que picar por un lado la clara y por otro la yema, para poder hacer dibujos), y alguna filigrana hecha con corteza de limón. También podemos reservar alguna gamba limpia, sin salsa, para poner por encima, incluso con la cabeza y el final de la cola sin pelar. Eso ya va en gustos.
Al ser un plato en que se busca el contraste entre el saladito de las gambas con el dulce de la salsa rosa, conviene poner un blanco afrutado, albariño, godello, verdejo, etc., o, lo mejor de todo, un buen cava, por ejemplo el Freixemet Cuvée D.S.
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