Salsa rosa o salsa cocktail
Esta debe ser sin duda una de las salsas más horteras, trasnochadas, y denigrantes que un cocinero pueda realizar, sin embargo a mi me encanta, quizás como un recuerdo de aquella infancia en que los comedores más elegantes de Madrid te servían el Cóctel de gambas (por eso esta receta se llama también salsa cóctel) y yo me ponía ciego de estas porquerías.
En el restaurante de mi madre se usaba también para lo que llamaban Cocktail de aguacate, que consistía en un aguacate partido al medio, se extraía la pulpa, se picaba con langostinos (congelados, claro), se cubría de salsa rosa y se adornaba con medio langostino y un poco de huevo duro rallado y perejil.
Un verdadero crimen, pero que se vendía como churros y a un precio exorbitante, pero claro, es que en los años sesenta y setenta, en Madrid había mucho hortera que no sabía ni lo que era el ketchup. Hoy día, seguro que tendría todavía más éxito.
La receta es una simpleza.
En un bol se ponen todos los ingredientes, se remueven y ya está.
Para hacerlo más folklórico, yo solía removerlo poco para quedasen vetas de color rojo como esos caramelos redondos gigantes que también estuvieron de moda en la época Pop.
Hay un posible debate acerca de si usar brandy o vermut rojo. Hagan la prueba.
También hay quién prefiere la salsa Worcester a la Perrins, pero son lo mismo, Perrins es una marca de salsa Worcester, como si decimos Musa en vez de mahonesa. La mostaza es opcional, aunque levanta los sabores.
El punto de Tabasco es radical, si con él la salsa es una porquería, si encima le quitamos el toque picante, ya es nauseabunda.
Un amigo mío, muy gourmet, me aseguró que esta salsa no debía llevar Ketchup, sino zumo de naranja. Probé y fue cierto, así resultaba aún más asquerosa.
Como el principio sápido es que lleve el dulzor del ketchup, la cremosidad de la mahonesa, un punto picante y el ácido de la Worcester, podemos hacer substituciones más o menos rocambolescas, Por ejemplo, en vez de Tabasco, que es una porquería fabricada por unos gringos de Louisiana, yo le pongo chiles chipotles, el ketchup lo hago con salsa fresca de tomate levantada con un poco de miel, y por supuesto, la mahonesa recién hecha en casa.
Lo más importante es no usar esas porquerías prefabricadas que vaya usted a saber lo que llevan, pero seguro que de azúcar no escasean. Pero esto es una opinión, claro, porque a los yanquís esta salsa les vuelve locos y la consideran muy elegante, se lo juro
No hay vino que soporte este mejunje, así hasta puede acompañarse con Coca-Cola o con cualquiera de esos vinos espumosos semidulces italianos (Caney), portugueses (Mateus) o catalanes (Pinord), que vienen a ser lo mismo.