Mirto
Bodega Ramón Bilbao
DO: Rioja
Uvas: 100% Tempranillo
Crianza: fermentación y 24 meses en barrica de Allier con sus lías
P.V.P.: 31 €
Otros vinos de esta bodega:
Ramón Bilbao Crianza, Reserva, Gran Reserva, Ed. Limitada
Turzaballa
Lechazo asado, con un rioja de “mimo”
Extracto del libro COMER CON VINO, Maridajes de la buena mesa española, del que pueden ver más pinchando en más +...
En lo de “Mimo” huelga la explicación si vemos en la ficha el tipo de crianza (me imagino a mi tata cuidando del chiquitín de la casa) y que los vinos de esta casa, aunque de gran calidad, se mueven en torno a los 6/10 € de P.V.P., incluso su Edición Limitada que cuesta 9 €.Éste es un guiño a la modernidad, a las frutas, a los matices minerales, a la sutileza de los nuevos vinos en que la madera, lejos de enmascarar los aromas primarios, sirve para adornar éstos, para ensalzarlos, para aportar esos sabores golosos de vainilla y cacao tan propios de la nueva generación de Rioja.
A pesar de ello es un vino muy fresco, que no incluyo entre los golosos.
El plato
Junto al cochinillo, el cordero lechal asado en horno mozárabe, es uno de esos platos que sólo se pueden degustar en España y por los que un buen gourmet puede desplazarse cientos de kilómetros sin que le duela en prendas el costo del banquete.
Son sabores complejos, delicados, indescriptibles, porque esa carne no se puede comparar a nada, si acaso un recuerdo a leche, a rastrojo seco y un ligero toque de leña que coge durante el asado.
No es tarea fácil, puesto que un maestro asador no se hace en un día, pero cualquier otra variación, es un mal sucedáneo, camuflado por mil jeribeques para ocultar que el cocinerito no dispone de esa técnica.
MARIDAJE
No es por llevar la contraria, bueno, un poco sí, pero es que, desde que hicimos aquella memorable cata de maridajes en el Mesón de la Villa de Aranda de Duero, y el rioja que Andrés Proensa eligió para el estudio nos enamoró con el lechazo de Seri, ya será por sugestión o por verdad patente, pero no volveré a probar este plato con riberas.
Yo creo que es por la estructura de acidez de los vinos de la zona, más duros que los riojanos y que, al enfrentarse a la grasita del cordero, entablan un combate en el que ambos pierden.
Claro que en mi casa nunca como lechazo y por tanto no lo he probado con los grandes riberas, porque la hostelería de Castilla todavía no ha comprendido que para vender sus buenos vinos, debe cuidar los precios.
Aunque suene a perogrullada, quiero advertir a los comensales que las ensaladas que suelen acompañar al lechazo son verdugos para el mejor de los vinos (en Castilla les encanta cargarlas de vinagre), así que no hagan la burrada de beber este vino después de un bocado de avinagrada lechuga, ni siquiera después de un buen trozo de pan, sólo se quita con más lechazo.
En la zona de Peñafiel y todo Valladolid, el cordero es un poco mayor, más fuerte de sabor.
Hablo del de Burgos, aunque el pucelano, si está en su punto, también me encanta.