Emilio Moro
Bodega: Emilio Moro
DO: Ribera de Duero
Uvas: 100% Tinto fino
Crianza: Un año de roble francés y americano
P.V.P.: 16 €
www.emiliomoro.com
Extracto del libro La Bodega en casa y sus maridajes, del que pueden ver más pinchando en +
Un Ribera de 100/100
Ya les apunté que en La Ribera, después de aquella orgía que se vivió a finales del siglo XX, como dice Proensa “Se pasó del Lo tengo todo vendido, al Lo vendo todo”, incluso en algunas de mucho renombre que hoy están buscando inversores o compradores dispuestos a quedarse con gangas porque la mala cabeza ha llevado a aquellos fantasmas a tener que tirar vino para poder recoger parte de la nueva cosecha.
En el polo opuesto está la familia Moro, la de Emilio Moro (no confundir con el Moro de Matarromera), una apuesta con muchos años de historia de viticultores a la que las nuevas generaciones han sabido aportar un savoir faire cuyos resultados son calificaciones que llegan a los 100/100 puntos con su Malleolus de Valderramiro, un vino tan especial que casi hay comprarlo con recomendación.
Este no es un crianza, ni un reserva, ni nada de nada, porque los hermanos Moro decidieron hace tiempo pasar de las arcaicas normas de un CRDO que no hace otra cosa que presumir de los millones de hectolitros que pasan por su registro.
Cuando lo prueben también verán que es un vino que va fuera de las líneas habituales de esta región, porque es un vino con mucho cuerpo, pero nada goloso, al contrario, es elegante, pero seco como la tierra que lo vio nacer.
En cata es un vino para expertos porque hasta puede chocar, incluso es radicalmente diferente a los grandes la casa (Malleolus) y al Finca Resalso, el más popular. Sin embargo cuando llega a la mesa y empieza a codearse con los distintos platos, el vino se crece, incluso se vuelve más amable y afrutado, una curiosa metamorfosis que detallamos con más de talle en el maridaje.
Con qué disfrutar este vino
Espaguetis con tomate de Pedro Luis (ver receta)
Si no llevase el apellido de Pedro Luis, podríamos pensar en una comida de rancho, pero ya se imaginarán ustedes que a un vinazo como este no le iba a sentar a la mesa con un cualquiera.
De todas formas, cuando tengo en mis manos un vino especialmente bueno, suelo probarlo con pasta, porque es una de las comidas que más cómodas resultan para los grandes vinos, aunque no con una salsa tan peligrosa como el tomate.
En esta ocasión, con el tomate era de una calidad especial, decidí ponerlo a prueba y el resultado fue sorprendente, porque el vino cambió como por arte de magia, volviéndose sedoso, goloso, afrutado, uno de esos maridajes tan sorprendentes que te alegra el día.
Como guardé media botella, al día siguiente lo probé con unas chuletillas de lechazo, y también resultó excepcional, pero totalmente distinto, aunque mucho más dulce que en la cata pura, de donde podemos deducir sin paliativos, que es un vino para comer con él, no para chatear ni tomar de sobremesa.Obviamente su precio ya nos limita un poco su consumo, porque no lo vamos a servir así como así en una barbacoa familiar, o sea que debe estar colocado en una de las zonas VIP de nuestra Bodega Ideal.