Cosme Palacio Crianza

Patatas con chorizo, con un crianza nuevo de Rioja
Extracto del libro COMER CON VINO, Maridajes de la buena mesa española, del que pueden ver más pinchando en más +...

No se trata de una nueva bodega, ni mucho menos, de hecho tienen un precioso hotel en sus antiguos lagares centenarios elegantemente restaurados (merece la pena la visita), sino que me refiero a su perfil, afrutado, elegante, con las maderas justas para potenciar los aromas primarios, pero manteniendo a pesar de todo un inconfundible carácter riojano, algo realmente difícil de conseguir.

Salen tonos minerales y un regusto a regaliz, lo que lo convierte en un vino bastante complejo, pero destacando por encima de todo las frutas maduras, algo imprescindible para aguantar el pimentón del guiso.

El Guiso
Toda la vida se llamaron Patatas con chorizo, hasta que monsieur Paul Bocuse las probó y dijo: “C’est formidable, exquis!” y desde entonces se llaman Patatas a la riojana y te las meten a capón en todas las bodegas rácanas, porque, para más mala sangre, la mitad de los vinos de rioja, sobre todo los más tradicionales y los reservas, no soportan el cañonazo del pimentón del chorizo. Bien es cierto que, preparadas con cariño, son una delicia, sobre todo en invierno, ya que en verano, que es cuando más visitantes acuden, a pleno sol agosteño, el platito puede provocar una apoplejía.

MARIDAJE
Lo intentamos con varios vinos, de hecho creo que he debido probar in situ todos los vinos de La Rioja con estas patatas, unos por quedarse sólo los aromas del bouquet en boca, y otros porque decían bastante poco bueno de esta región (en Rioja se hacen la mayoría de los grandes vinos de España, pero con 274 millones de litros repartidos entre 600 bodegas y un CRDO que no vela precisamente por la calidad, ya se pueden imaginar que también se hacen millones y millones de botellas de infectos brebajes), lo cierto es que pocos superan la prueba. De éste ya hemos hablado hasta qué punto mantiene sus sabores primarios, pero con una notable crianza en roble francés, de hecho yo no las tenía todas conmigo y dejé en reserva un joven maceración carbónica por si el chorizo hacía de las suyas, pero no, resistió como un valiente hasta la última cucharada, y eso que cayeron tres platos, porque este guiso, o se come como Dios manda, o pide otra cosa.

Si el anfitrión se estira y les convida a unas chuletillas al sarmiento de segundo, el vino se comportará bien, pero mejor cambiar a un reserva, a ser posible el Especial.