Cebollitas en vinagre

En el Carrito de Aperitivos del restaurante de mi madre, nunca faltó esta fuente, aunque en honor a la verdad he de reconocer que he modificado notablemente la receta porque aquellas cebollitas, dentro de su contexto, pues quizás tuviesen su gracia, pero aisladamente, pues no decían mucho porque estaban simplemente cocidas en vino.

También, a fuer de ser sincero, les diré que nunca había probado a cocinar estos bulbos, pero cuando me puse manos a la obra con las recetas del Horno de Santa Teresa, pues me pareció injusto dejarlas de lado y como tenía que hacer la foto, pues me puse a ello.

Les aseguro que mi mujer se ha puesto contentísima, porque resultaron ser una verdadera golosina.

La receta 

Yo solo les quité la parte dura de las raíces y del tallo, porque la piel de cebolla siempre deja un color precioso y, no sé porque será pero así sucede, si a los vegetales que repiten se les deja la piel, pues no lo hacen.

En una ollita se ponen todos los ingredientes a la vez y se lleva a fuego vivo.
Cuando empieza hervir, se tapa y se baja al mínimo para que se vayan haciendo lentamente sin romperse.

A la media hora, se les da la vuelta para que se hagan por igual ya que con esta cantidad de líquido, no quedan del todo cubiertas.

Al cabo de otra media hora, se pinchan y deben estar blanditas, así que se les da un hervor para evaporar el exceso de alcohol y vinagre, pero con cuidado de que no se rompan (si vemos que están muy blanditas, es mejor sacarlas y reducir solo la salsa).

Es importante dejarlas enfriar en su salsa antes de comerlas porque así se ensamblan los sabores y adquiere todo su encanto.

Se pueden también perfumar más, por ejemplo con corteza de limón, canela, clavo, tomillo o comino, pero conviene probarlas la primera vez así, para conocer el sabor de su propio jugo.