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Ramen

Miso Ramen
 
Miso Ramen
Miso Ramen

Diciembre 2014

INGREDIENTES 

Para la sopa
½ litro de caldo de pollo
1 diente de ajo
½ bola de jengibre fresco
2 cucharadas soperas de miso
1 cucharadita de soja
Mirin
1 paquete de fideos de ramen

Para la guarnición
1 puerro
1 manojo de cebollino
1 boque de espinacas enteras congeladas
1 hoja de alga nori
½ kilo de panceta de cerdo
Salsa Teriyaki

 Para quienes piensan que la cocina japonesa solo es pescado crudo, aquí traemos un cocido que está haciendo tal furor en todo el mundo, que hasta hay ya cadenas especializadas que solo sirven Ramen (estos comedores se llaman ramen-ya), eso sí, con mil variaciones.

De hecho hay un museo del ramen en Yokohama, el Shin-Yokohama Ramen Museum, una verdadera locura que les invito a visitar porque van a alucinar.
No me voy a meter en dibujos sobre el origen de este plato, ni hacer conjeturas sobre la etimología de la palabra, porque hay miles de páginas al respecto y todas no son más que eso, elucubraciones, simplemente les diré que se trata de un caldo con fideos (en japonés llaman men 麺 de ahí Ramen) y algunas guarniciones (llamadas Gu, o en inglés, Topping). A partir de ahí, el camino está expedito para preparar el caldo con los ingredientes que más les seduzcan y cualquier guarnición que les parezca.
Lo que sí está universalmente aceptado es que viene de China, al parecer como comida rápida para los trabajadores de ese país que llegaron a Japón en oleadas después de la segunda guerra mundial.
Parece ser que, a finales del siglo XIX, cuando Cantón (Guangzhou) y Shanghai se convirtieron macrópolis industriales, era una comida callejera popular, una sopa boba de pura supervivencia, porque apenas si era un caldo de huesos de cerdo con fideos. Así se consolidó como el alimento más simple que los semiesclavos chinos llevaron consigo a las grandes islas.
Poco a poco fue popularizándose hasta que en 1958, un tal Momofuku Andō, lanzó al mercado japonés el chicken ramen, una “sopinstant” de fideos, con lo que su fábrica, la Nissin Foods o Nisshin Shokuhin Kabushiki-gaisha, se disparó y los ramen se extendieron como la pólvora por todo Japón.
En la década de los noventa dejó de ser una sopa de acompañamiento para convertirse en una comida rápida completa y todo un fenómeno social que en siglo XXI ya invade todo el mundo capitalista (decir occidental siendo una comida japonesa, suena oxímoron), con grandes cadenas y hasta franquicias que colonizan Europa como previamente hicieran los sushi-bar, yakitoris, etc.
Esta que les presento debería llamarse Miso Ramen porque el ingrediente principal de la sopa es el miso (la sopa es que da el nombre al tipo de ramen), y es uno de los primeros ramen japoneses ya que su creación se sitúa en la ciudad de Sapporo en 1955.
Otro de los más famosos es el Naruto Ramen, que lleva kamaboko, esa especie de surimi (pasta de pescados) de color blanco con una espiral rosa que tanto gusta a los japos, aunque yo no le veo ninguna gracia. En la foto ven uno de además lleva cerdo, lo cual es muy frecuente y en Japón suelen poner en el nombre los principales ingredientes, aunque como nosotros no sabemos lo que significan, pues como si oyésemos llover.
También quiero destacar los Tonkotsu Ramen, literalmente sería cocido de huesos de cerdo, que eran el ramen chino original, aunque ahora en Japón lleva otros muchos ingredientes y quizá sea el más poderoso. En Madrid han abierto un local llamado Chuka Ramen Bar donde pueden ver una interesante carta y que los medios presentan como la alternativa al cocido madrileño. Hay que ser gilipollas.

La receta 

En la red verán recetas de esas que inducen al suicidio, porque para hacer esta puñetera sopa puedes estar un día entero cocinando.
No digo que no sean auténticas, lo que sucede es que si tienes a un cocinero preparando ramen para mil personas, pues compensa, pero si vas a hacerlo para ti solito, pues quizá no hagas otro en tu vida. Por ejemplo una guarnición que verán en la mayoría de ramen es un huevo duro (aji tsuke tamago), bueno pues hacerlo lleva casi una hora de trabajo.
Yo les ofrezco una versión más sencilla, digamos que doméstica y española, porque es un deliciosa y muy saludable forma de cenar. Aún así, lleva su tiempo.
Siempre pueden comprar fondos de caldo preparados (Dashi-jiru), pero entonces yo no pinto nada.
Vamos con el caldo, que es la base del plato.
Ponemos en un cazo el caldo de pollo con otro tanto de agua fría. Así, en frío, ponemos el resto de ingredientes de la sopa (salvo los fideos) y removemos bien hasta que el miso se haya disuelto y llevamos a calentar. Si queremos que el caldo nos quede limpio, no debe hervir, en cuyo caso habrá que cocer los fideos aparte y añadirlos al momento de servir. Yo les doy un hervor en la sopa y listo, aunque sea una herejía para el protocolo japonés, pero como ya me lo he saltado a la torera, pues listo. En cualquier caso, sí es conveniente que la sopa se haga lentamente durante una hora sin llegar a hervir.
Mientras, preparamos el Gu, o Topping, que dicen los pijos que no saben que en español eso significa acompañamiento o guarnición.
Lo más complicado es freír la panceta. Le pedimos al carnicero que nos prepare una pieza de panceta de cerdo fresca, pero de la parte en que es casi todo carne. Debe parecer una gruesa alfombra que enrollaremos como tal y ataremos con un cordón de algodón o bramante. De esta guisa la freímos lentamente hasta que quede bien doradita, luego la rociamos de salsa Teriyaki y dejamos que se termine de hacer despacio para quede bien cocida por el centro. Una vez bien asada, la sacamos y metemos en la sopa para que se hidrate y resulte jugosa.
Su usamos espinaca congelada en hojas (es lo más cómodo), basta con descongelarla y escurrirla bien, incluso debe estrujarse fuertemente para que expulse todo el agua y quede como un bloque. Una vez bien seca, se corta el paquete en cuatro piezas, una para cada bol de ramen.
Lavamos bien el puerro y lo cortamos en arandelas finitas, pero la parte en que cambia de color del blanco al verde, aunque sin llegar al tallo que es muy duro (este se puede meter en el caldo).
Picamos también el cebollino y reservamos.
Para servir, sacamos el cerdo y lo cortamos en rodajas. Lo suyo es hacerlo unas horas antes y dejarlo enfriar para poder cortarlo bonito, pero ya he dicho que esta receta, hecha de forma ortodoxa, lleva un curro de locos.
Repartimos los fideos por los cuencos, ponemos encima las rodajas de cerdo que correspondan, un taquito de espinaca y añadimos el caldo procurando que no caigan tropiezos (se puede pasar por un colador).
Terminamos repartiendo el puerro y el cebollino y adornamos con una tirita de alga nori.
Debe ponerse una botellita de salsa de soja en la mesa, porque es preceptivo añadir un poco, al gusto, pero durante la comida. 

Un vino para cada plato 

En muchas ocasiones he comentado que las sopas no requieren vino, pero en este caso se trata de toda una comida, por lo que no tenemos que renunciar a este placer. En Japón no toman nada, si acaso una cerveza antes de la sopa o un vaso de agua después, pero cuando prueben lo rico que sabe con el ramen una copa de buen vino tinto, seguro que lo incorporan a su dieta. En esta ocasión lo probamos con un Ramón Bilbao crianza y todos coincidieron que el vino ganaba muchos puntos porque parecía uno de esos reservas míticos de La Rioja. Curioso.

Si les gusta esta forma de comer, que casi es una filosofía de vida, pueden ver más recetas en Cocina Japonesa.

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