Dobin-Mushi (Sopa en tetera)
Antes de atacar esta receta, hay que mentalizarse, porque más que un plato de sopa, con lo que vamos a enfrentarnos es con todo un ceremonial de comida, como esas sandeces que hacen los nuevos cocineritos llamados de autor, pero con una tradición de siglos.
Todos los integrantes de la fiesta deben conocer las normas para no meter la pata, ni sorprenderse por la complicación de un ritual que bien se podría solucionar con una simple sopera, pero esto se toma o se deja, es como preparar un sahimi, que te lleva una mañana de trabajo, con lo fácil que es hacer una rodaja de bonito a la plancha.
Para los amantes de la Bouillavaise (si se traduce no tiene sentido), el Dobin-Mushi es algo parecido, pero con más poesía y con sabor a soja y limón, en vez de a Pastis.
Para empezar hay disponer de una Dobin (la tetera que ven en la foto) con capacidad suficiente para todos los comensales, lo cual no es fácil.
Aunque lo tradicional es hervir primero los ingredientes, a mi me parece un crimen, así que preparamos un caldo tipo salsa Ten-Tsuyu ( ver Tempura) calentando el caldo Dashi-Jiru con el sake y la salsa de soja.
Metemos las setas partidas al medio (ya verán porqué) y la pechuga de pollo troceada en ocho taquitos, y cuando rompa a hervir, lo sacamos todo y reservamos.
Hacemos lo mismo con los langostinos, pelados, cortados a la mitad y retirado el cordón de arena, y con los filetes de lenguado, partidos en dos y sujetos por un palillo. Según rompe a hervir, fuera.
Ahora empieza el circo.
En cada cuenquito (los que forman parte del Dobin), ponemos un trocito de cada cosa, un cuarto de limón encima y cubrimos con unas hojitas de berro. El resto de los ingredientes (o sea, la mitad, por eso partimos las setas, los langostinos y los filetes al medio, para que hubiese ocho piezas), van a la tetera. La llenamos de clado bien caliente y la llevamos a la mesa donde tiene que haber un rechaud (ojo, hay Dobins que soportan llama directa y en ese caso habría que poner una placa eléctrica).
El anfitrión sirve caldo a cada comensal y se come de esta forma: los tropiezos con los palillos y el caldo, dando unos sorbetones apocalípticos directamente a la tacita. Es la tradición.
Cuando se termina, más o menos, se levanta la tapa de la tetera y cada cual repite. Al final el anfitrión reparte el caldito que queda y que los más golosos rebañan vertiendo un poco más de sake.
En el monográfico La Cocina Japonesa, podrá ver integrada esta receta en su concepto de menú, así como los enlaces a otras sopas japonesas y que constituyen toda una forma de alimentación tan sana como deliciosa.