Arroz Thai
Si buscásemos una forma de clasificar los más grandes grupos sociales del mundo, la mejor forma sería agrupándolos por sus alimentos básicos y así tendríamos por una parte el mundo occidental, cuya comida básica es el trigo (panes), por otra América, con el maíz y la tercera sería Oriente con el arroz.
Obviamente la globalización ha cambiado este panorama porque en occidente hoy se comen más patatas que pan, pero en Oriente el arroz sigue siendo protagonista de todas las mesas, hasta el punto de que casi todos los idiomas la palabra “arroz” es un sinónimo de “comer” (en Japón Gohan y en Tailandia Kin Kao).
Por lo general cuando hablamos de arroz pensamos en China, pero cada vez hay más rastros arqueológicos que indican que fue en la India, más concretamente en el delta del Ganges, donde se empezó a cultivar este grano. De ahí se fue extendiéndose, pero fue hacia Oriente donde mejor se aclimató gracias a los humedales hasta convertirse en la base alimentaria de todos esos pueblos.
Entre India y China hay una gran península llamada Indochina, compuesta casi por completo por el majestuoso reino de Siam, pero que durante el siglo XX y como consecuencia de invasiones europeas y guerras internas, se ha disgregado en varios países: Camboya, Vietnam, Laos, Birmania y Tailandia.
Por razones políticas en las que no vamos a entrar, Tailandia es el país que ha conservado mejor las tradiciones gastronómicas y epicúreas en general, por eso es la más extendida, aunque no en España donde los restaurantes chinos han introducido algunas variantes y así algunos se rebautizan como birmanos, vietnamitas o camboyanos, pero la Taï, como se escribe en varios idiomas, es la cocina exótica por excelencia.
Se caracteriza porque todos sus platos suelen llevar simultáneamente sabores salados, dulces, amargos y picantes, pero sobre todo por el uso de muchas plantas aromáticas, la mayoría de las cuales no se encuentran en nuestro país, o son poco aceptadas, como el cilantro y el jengibre.
Y por supuesto siempre sobre la base del arroz, no en vano son los mayores exportadores del mundo.
En esta ocasión, como casi siempre, he adaptado lo más posible la receta a los gustos y disponibilidad de ingredientes de los paladares y mercados españoles, pero manteniendo esa personalidad tan propia de su cocina.
Si disponen de hierba limón fresca, galanga, etc., o si les gusta el cilantro, introdúzcanlo y vayan jugando con los ingredientes hasta dar con su receta preferida, este es un plato tan sano, barato y sabroso, que no supone ningún esfuerzo comerlo un día por semana.
También es muy frecuente introducir alguna fruta, como la piña, y aromatizantes tipo curry, aunque este es bastante diferente al de Madrás. A mí no me gusta ponerlo porque enmascara el resto de sabores y deja el plato mucho más plano.
No he dicho nada de los productos del mar, pero ya se pueden imaginar que son protagonistas en su cocina, así que en este arroz no podían faltar y con gran respeto por sus sabores, de ahí que limite un poco el uso de frutas y especias.
La Receta
Le pedimos al carnicero que nos parta la zanca de pollo en cuatro trozos y retire la piel.
Para ahorrar cazuelas, empezamos por hacer una tortilla fina de dos huevos (al batirlos, yo les añado un chorrito de agua y así resulta mucho más esponjosa), y reservamos.
En esa misma sartén, que debe ser grande 24cm Ø, sofreímos la cebolla cortada muy fina, con los ajos aplastados, la zanahoria cortada en bastones finos y el pollo troceado. Debe sudar al principio todo para quedar dulce y luego se saltea hasta dorarse.
Mientras se hace, cocemos el arroz. Yo pongo el mismo volumen de agua que de arroz, un poco de sal y fuego a tope. Cuando el agua empieza desaparecer (se hacen unos agujeritos en la superficie), retiro y dejo reposar. Con eso queda hecho pero al dente.
Pelamos las gambas, cortamos la tortilla en tiritas finas, el jamón York igual y el pollo en trocitos del tamaño de una alubia.
El genbibre debe pelarse y cortarse igualmente en bastoncitos finos.
Metemos todos los ingredientes en la sartén y removemos hasta repartirlos bien. Solo un poco de calor basta que las gambas adquieran su característico color rojizo, quedando por dentro ligeramente crudas, como se puede apreciar en la foto en que esta se ve transparente.
Es un plato tan rico en sabores y tan sabroso, que yo lo sirvo de único, como se come en aquellos países, y les aseguro que no quedarán defraudados, porque es todo un festín
En casi todas las comidas exóticas, desde la mejicana hasta la hindú, pasando por la indonesia, siempre aconsejo acompañarlas con vinos blancos afrutados, bien sean de uva Albariño, Godello, Treixadura, Sauvignon Blanc, etc., Como esta es una comida popular, vamos a apostar por uno de esos vinos que siempre salen buenos y son faciles de encontrar, el albariño de Martín Códax, buen precio y buena calidad asegurados.