Hígados al Clembuterol
Empecemos por el principio, porque para comprender esta galimatías de hormonas, mafias cárnicas, intoxicaciones, anabolizantes, retentores hídricos, inhibidores tiroideos, y otras porquerías de nuestra moderna civilización, conviene saber por donde vienen los tiros.
Lo primero que debemos tener en cuenta es que el hígado, entre otras muchas funciones, lo que hace es filtrar y metabolizar, o sea reconvertir, aquellas substancias que en principio el organismo reconoce como tóxicas, entre ellas el alcohol y las medicinas.
Las vacas no van por ahí de copas, pero sí reciben determinados medicamentos veterinarios para su cuidado, por lo que determinadas garantías de calidad, como la de Carne de Asturias, exige que el animal guarde una cuarentena de quince días antes de su sacrificio, sin tomar substancia química alguna.
Vamos ahora con el Clembuterol.
Este temible veneno no es otra cosa que el Ventolín que se usa en farmacia humana, y que además de sus efectos antiasmáticos, en los análisis deportivos se comprobó que funcionaba como anabolizante, hablando en cristiano, que convertía la grasa en músculo.
¿Es por tanto intrínsecamente malo?
Obviamente no, pero tampoco lo es el agua y sin embargo en grandes cantidades llamadas diluvios, resulta peligrosísima.
Entonces porqué demonios la gente se pone a morir con los hígados que contienen Clembuterol.
Pues precísamente por eso, por la cantidad.
En determinadas explotaciones ganaderas, y como todo producto aditivo a los piensos está prohibido, pues el paisano, que obviamente no sabe demasiado de procesos metabólicos, pues echa unas cuantas paladas de ese producto que le han vendido para que engorden sus terneros, y a los pobres animalitos que han salido favorecidos en el reparto, pues les ponen el hígado a la funerala.
Como a su vez el Clembuterol ennegrece la carne, pues para contrarrestar ese efecto se le añaden otras sustancias, en muchos casos indetectables, y ya de paso, pues un inhibidor tiriodeo (puntualmente prohibido por la legislación), para que así cada canal lleve unos cuantos kilos de agua, que luego soltará en la sartén de la señora María, cuando la cadena de beneficios ya se haya completado.
¿Y si durante ese proceso de grave intoxicación hepática el animal llega al matadero? Pues que, como no ha podido aún metabolizar el fármaco, su hígado va hasta los topes de él y así, cuando la señora María se lo prepara con todo cariño a su Antonio, pues en vez de ir al Jerez, pues estará al Clembuterol.
¿Y para que se usa esa porquería, con los buenos lomos que salen de nuestros xatos?
Pues ahí está el quid.
A nuestros terneros no les hace maldita falta el Clembuterol porque tienen ya carne de sobra, pero sin embargo las razas lecheras, las vacas holandesas o pintas que se engordan intensivamente en macrocomplejos de Cataluña, Aragón, o Castilla, esa apenas desarrollan músculo, y por eso hay que hacerlo artificialmente.
Y no me meto con esos terroristas que usan piensos cárnicos para engorde de animales herbívoros, ya saben, lo de las vacas locas, pero algún día, cuando en esta casa me dejen escribir tacos, lo haré, y les aseguro que a más de uno se le van a atragantar las hamburguesas.
* Ver también Vacas ¿Locura o desidia? y Carne sana
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