Puros sin garantía
Antes de entrar en materia quiero puntualizar que al publicar ahora este artículo no existe el menor vínculo ni motivación con los conflictos que Asturias está viviendo con el cierre de la fábrica de tabacos de Gijón, y que, lejos de ningún oportunismo, si no pospongo este asunto para cuando se hayan calmado las aguas, es porque desde hace algunos meses andan por ahí circulando ciertos puros habanos absolutamente infumables, con la supuesta garantía de calidad de Tabacalera, o sea, comprados legalmente en estanco, y de cuyos defectos no se hace nadie responsable.
La movida empezó con los Montecristo de pequeño calibre, números cuatro y cinco. Cajas con puros verdes junto a otros negros o rojos (es inconcebible que en una misma caja haya puros elaborados con capas de distinta curación y procedencia). Piezas con humedad, otros que no tiraban ni con gasolina; en fin, un desastre y una falta de control de calidad que en nada difería de los que venden los contrabandistas por las playas de Varadero.
Pero es que ahora Partagás, que ya el año pasado causó problemas con sus 8-9-8, mete en el mercado ciertas partidas que no hace falta ser muy técnico para saber que están defectuosas, ya que uno tras otro todos se atascan antes de empezar la combustión del cañón en sí (abriendo los puros se puede comprobar que tienen la tripa torcida con hojas verdes y hasta alguna estaquilla en el tirulo).
¿Es tan grave esto como para echar las campanas al vuelo?
Obviamente no, con no fumar, asunto concluido, nuestros pulmones se lo agradecerán a Partagás.
El conflicto está en que el monopolio de Tabacalera, que puede hacer lo que se le ponga en gana sin dar cuentas a nadie de sus actividades y además decide unilateralmete quién, como y porqué puede vender en exclusiva tabaco en España, no se responsibilice a lo largo de toda su cadena de compra, importación, distribución y despacho, de una calidad que bien que pagamos los consumidores.
Hace algunos meses la bodega Vega Sicilia sacó una partida de vino con corchos defectuosos, un drama, pero en cuanto la dirección tuvo conocimiento del caso, notificaron a través de los medios de comunicación y correo a sus clientes de la decisión de retirar todas las botellas, haciendo cargo la empresa de los gastos de devolución y reposición.
Pero claro, estamos hablando de una empresa privada, sin patente de corso, con competencias, con la necesidad de complacer a sus clientes, y claro, ahí hay que hacer las cosas bien, hay que cuidar la calidad, mimar el transporte y hasta llevar un control del servicio en los puntos de venta, porque un distribuidor negligente, con almacenes mal acondicionados, o deficiencias en la cadena de reparto, puede llegar a arruinar un producto perfectamente elaborado.
En la página 43 El Cara a Cara de esta semana nos muestra un caso puntual con nombres y apellidos: un hostelero que se encuentra con una caja defectuosa por la que pagado cinco mil duros y que pregunta como es posible que no exista la menor garantía de devolución ni el menor rastro de compromiso comercial.
«He cambiado de estanquero, nos decía Abel, ¿y qué? Si al final el que menos culpa tiene es él».
Aunque sobre ese asunto también habría bastante que hablar, porque hay cada despacho al que da vergüenza acercarse, y esa también es labor de inspección de Tabacalera.
¿O tampoco?
Hay más humo en Carta de puros, Fumando un puro y Puros