Brindis masónicos
El origen de los brindis está sin duda relacionado con el propio sacrificio religioso por el cual se ofrendaba el cáliz lleno de sangre, o de vino, imagen también simbólica de la sangre de la Tierra, a los dioses en señal de agradecimiento o a cambio de sus favores en las cosechas, guerras, etc.
Por evolución, o degradación mística, estos sacrificios se fueron ofreciendo a dioses menores y a súplicas más domésticas, tales como la salud y el bienestar de una comunidad, una familia, un matrimonio o un recién nacido.
De esta forma en la liturgia de los ágapes, durante la celebración más solemne del acto, la Eucaristía en los círculos cristianos, el artífice de la oblación ofrece el sacrificio al Ser Supremo, o a la causa invocada, para reunir todas las fuerzas del acto, y así santificar el vino.
Estas palabras de invocación son las que verbalizan de forma sintética el objetivo del sacrificio, del acto litúrgico, del ágape en sí, y por tanto deben ser medidas y muy consideradas ya que simbólicamente representan la función de la reunión en sí misma.
Como es lógico toda comida ceremonial se celebra con un objetivo fundamental, por lo que en el momento culminante del acto, todos los asistentes, siguiendo las pautas marcadas por el sacerdote o el director del acontecimiento, en nuestro caso el Venerable Maestro de la logia convocante, han de brindar en señal de júbilo y agradecimiento ante aquellas fuerzas a quienes se les ofrece el sacrificio, momento en que debe observarse un absoluto silencio, y realizarse según el más estricto ritual, ya que es en sí el momento más solemne de toda la liturgia de la mesa.
Es importante diferenciar si el banquete es blanco o por el contrario se trata de una Tenida de Mesa, en cuyo caso durante toda la ceremonia en que la sala deberá estar a cubierto, los Hh∴ guardarán silencio, sólo se escucharán las palabras propias de los trabajos y sólo se realizarán los actos de comer, beber o fumar, cuando el V∴ M∴ indique que se puede pasar a Recreación, según lo ordena el ritual.
Sin embargo, tanto en los banquetes rituales como en los blancos, los brindis no han de ser nunca de carácter profano, ya que en ambos casos nuestros ágapes tienen un sentido sagrado, ofrecido al G∴A∴D∴U∴ a través de su creación del Cosmos, de la Madre Naturaleza, de las estaciones, de la Luz entregada a un neófito, o cualquier otra manifestación que se esté concelebrando. Por tanto, en los banquetes blancos además de observarse cierta disciplina (a pesar de estar en el mundo profano y de contar con comensales no iniciados en el Arte Real, un ágape masónico no debe nunca caer en las ordinarieces y procacidades que suelen rodear estos actos populares) el momento de los Brindis es sagrado, y así debemos explicárselo a los invitados profanos, para que se comporten con el debido respeto.
La palabra deberá circular de forma ordenada, y aquellos Hh∴ que se encuentren junto a profanos, deberán disimulada y respetuosamente, indicarles algunas de las reglas preceptivas que regulan nuestras conductas (por ejemplo guardar silencio cuando otro hermano habla, no entablar discusiones políticas ni religiosas, no repetir más de tres veces una misma idea o punto de vista para intentar mantener a ultranza su postura personal, etc.)
Existen tantas formas de pronunciar un brindis como ceremoniales de mesa o ritos existan, aquí simplemente vamos explicar algunas pautas sobre las que cada logia deberá elaborar su propia liturgia.
Teóricamente, y para ser absolutamente fieles a la tradición, se deberían cantar los poemas de Anderson y del duque de Warton, incluidos en “Las Constituciones”, pero honestamente lo cierto es que son bastante tediosos y apenas ninguna logia evocaría tan extensa letanía. Son muy útiles para entresacar algunas estrofas, que leídas en el momento apropiado, pueden resultar sumamente idóneas.
Curiosamente el brindis más conocido y que nos ha llegado de forma más completa es una variante establecida en las logias militares, que no tiene apenas sentido fuera de ellas, ni se ajusta concretamente a ninguna obediencia, puesto que la ejecutan del mismo modo en el rito escocés que en el francés, lo que prueba que cada logia es soberana para establecer sus propias normas.
Dentro del propio ritual del brindis existe también la propia forma del vocabulario utilizado, y así, en el anteriormente citado, se usan términos bélicos, a mi entender impropios del ideal masónico, pero que pueden ilustrar hasta que punto una logia puede llegar a ser libre en su concepción de las formas de expresarse.
Sucintamente reproduciré algunos aspectos de este ritual, aunque no voy a profundizar en él porque ya se ha divulgado profusamente en otras muchas obras, y yo personalmente lo considero algo banal.
Su popularidad se debe únicamente a que hubo muchos militares ingleses y napoleónicos que fundaron logias en España, y de ahí que su ceremonial se mantuviese con posterioridad a su retirada.
He aquí algunas de sus voces y su significado:
Agua ⇒ pólvora floja o blanca
Bandejas ⇒ terraplenes
Bebidas ⇒ pólvora
Beber ⇒ disparar un cañón, hacer fuego o disparar una salva
Botellas ⇒ barricas o pipas
Café ⇒ pólvora negra
Cava, cerveza y champagne ⇒ pólvora amarilla
También se suelen utilizar vocablos de la construcción en sustitución de los reales, lo cual es bastante más defendible que la jerga anterior. Las voces más comunes son:
Azúcar ⇒ yeso
Cucharas ⇒ paletas o llanas
Pan ⇒ piedra bruta
Pimienta ⇒ cemento
Platos ⇒ tejas
Sal ⇒ arena
Sillas ⇒ sillares
Trinchar ⇒ desbastar
Ambos vocabularios son bastante pueriles y sólo tienen un sentido lúdico o de distinción social impropia de los tiempos actuales, por lo que simplemente hago una breve reseña ya que carecen de un auténtico sentido moral o esotérico, y hasta podrían servir como motivo de mofa para alguno de esos críticos histriónicos que tanto disfrutan agrediendo el ritual masónico por algunos de sus escasos aspectos banales.
Lo más importante de los brindis es su sentido espiritual, el contenido esotérico de los mismos que sintetiza la función del ágape, independientemente de la forma que se utilice, y así, vamos a ver bajo qué prismas se deben enfocar y bajo qué pautas cada taller debe trabajar en su elaboración.
Brindis obligatorios
Se llama brindis obligatorio a las palabras que de forma ritual se deben pronunciar en todo ágape. Es una forma de distinguirlas del resto que se pronuncian en función del motivo del banquete, aunque esta fórmula pueda variar según los criterios de la Obediencia.
Siempre son siete y pronunciados por el Venerable.
Como ya hemos explicado su significado será absolutamente masónico y condensará el espíritu que convoca el propio ágape.
Antes de pronunciar los brindis, el Ven∴ M∴ advertirá a los hermanos de que se va a proceder al ritual, y poniéndose en pie, dirá en voz alta: "¡Hermanos, llenad los vasos! (pausa) ¡Hermanos, en pie para los siete brindis!", entonces pronunciará la fórmula elegida bebiendo un sorbo de vino a cada pronunciamiento.
La forma más sucinta y abreviada es la siguiente:
Por el G∴A∴D∴U∴.
Por la francmasonería Universal.
A sus dirigentes.
A todos los seres vivos.
A nuestras familias.
A nuestra Tierra.
Al Sol fecundador de nuestra naturaleza.
Otra fórmula derivada de la obligación que los masones tenemos, es la de respetar a los jefes del estado de los países donde trabajamos, independientemente de nuestras ideas políticas y en señal de agradecimiento por respetar nuestras logias, es ofrecer el primer brindis en su nombre. En algunos casos muy concretos también se puede brindar por el presidente del gobierno, aunque con la máxima cautela ya que podría implicar connotaciones políticas que están formalmente prohibidas en el seno de la francmasonería.
Así pues una fórmula utilizada en España suele ser:
Por el Rey.
Por todos los jefes de estado que protegen a la masonería.
Por el S∴G∴M∴de nuestra Gran Logia.
Por los oficiales de nuestra logia.
Por los hermanos visitadores.
Por los amigos que nos acompañan.
Por los hermanos que nos contemplan desde el Oriente eterno.
Sin embargo la fórmula que más me gusta, por ser la más primitiva, la más esotérica y en la que menos posibilidad de confusión política puede existir, es la dedicada a los astros que gobiernan nuestros días, y que reproduzco en el apartado 4.2. La mesa: montaje y protocolo, transcribiendo un entresacado del “Diccionario Masónico” escrito por mi querido hermano Juan Carlos Daza.
He aquí la fórmula abreviada:
Al Sol, rey del Universo y de la naturaleza, a quien se debe toda fecundidad.
A la Luna, que alumbra los sueños y los más ocultos misterios.
A Marte, que rige los consejos y debates.
A Mercurio, dios de la vigilancia, que anuncia la apertura y clausura de los trabajos, y recorre el cielo, la tierra y los infiernos.
A Júpiter, dios de la hospitalidad.
A Venus, diosa de la generación, que crea y produce.
A Saturno, dios de los periodos y del tiempo, representante de la igualdad entre los hombres.
Brindis libres
Como ya hemos apuntado, cada logia establece sus propios brindis, que pueden ser creados por ellos mismos, o bien adoptado de otra. En el caso de los brindis libres, la diversidad de temas y formas puede ser aún mayor, ya que ni la extensión ni el número están predeterminados.
Estos brindis se elevan obligatoriamente entre el sexto y el séptimo del Obligatorio, y tanto en ellos como en el último, pueden y deben participar todos los hermanos, incluso los sirvientes.
Reproduzco como ejemplo un precioso Brindis que se estableció como propio en la R∴L∴ Manuel Iradier de los Valles de Vitoria, siendo Venerable el hermano Javier Otaola, y que a su vez fue recuperado por él mismo de otra logia inglesa del siglo XVIII:
¡Viva la tierna amistad
causa de nuestra alegría!
¡Viva la masonería!
¡Viva la franca hermandad!
Una costumbre muy usada en Francia es que el V∴M∴ conceda la palabra a algún hermano que previamente se lo haya solicitado, y así se puede establecer una ronda de brindis relacionados con el motivo del ágape o de agradecimientos mutuos entre HH∴.
También es habitual dedicar un brindis a algún invitado honorífico que asista al ágape, o bien a alguna logia con quien se tenga alguna relación que la vincule al acto que se está celebrando. Así, es frecuente en banquetes blancos en los que se reúnen varias logias para celebrar conjuntamente la Fiesta del trigo en el San Juan de verano, que los distintos Venerables se entrecrucen abundantes brindis de agradecimiento por las posibles colaboraciones desarrolladas a lo largo del curso que se cierra. Durante estos brindis libres dedicados a algún hermano presente, éste deberá permanecer en pie y al orden, durante el tiempo que sea homenajeado, y tras ejecutar la libación, deberá limitarse a agradecer el acto mediante la batería del grado en que esté celebrándose el ágape. Si se dedica a una logia, todos los hermanos presentes que pertenezcan a ella deberán ponerse en pie y al orden, y al terminar la libación, ejecutarán a su vez la batería de júbilo perteneciente al grado, generalmente siempre el primero.
Hay que advertir que no conviene extenderse demasiado con estos actos, ya que cada brindis lleva consigo uno o tres tragos de vino, y el ágape puede terminar más animado de lo aconsejable.
Brindis del retejador
Terminados los brindis de ritual y los libres, se puede realizar este último, que de algún modo reproduce la Cadena de Unión de las tenidas y, que en caso de estar a cubierto se puede ejecutar formando ésta.
Como veremos más adelante en el trabajo de Juan Carlos Daza (4.2. La mesa: montaje y protocolo), el séptimo brindis del ritual se puede considerar como último, y así formar con él la Cadena de Unión, pero esto sólo puede hacerse en el caso de estar celebrando las Saturnales.
De todas formas, siempre será la propia logia la que decida cual va a ser el ceremonial y la forma de sus brindis.
Personalmente creo que lo más correcto es cerrar el acto con el Brindis del Retejador.
Se tiene que llevar a cabo en absoluto silencio, con todos los hermanos y profanos sentados, salvo el H∴ Retejador, es decir el Guarda Templo, que se pondrá en pie y se colocará detrás del Venerable, descansando su mano derecha sobre el hombro izquierdo de éste, y colocando su brazo izquierdo en escuadra con la copa en la mano. Pedirá un minuto de recogimiento para recordar a los Hh∴ que están lejos, y a los que sufren. A continuación pronunciará el brindis:
Por todos los masones esparcidos por la superficie de la tierra,
que navegan por el mar, o sobrevuelan los aires,
por aquellos que sufren exilio, enfermedad o pobreza,
para que encuentren ayuda y pronto alivio a sus penas
¡Por ellos!
En tenida fúnebre
Las tenidas fúnebres tienen su propia liturgia que se mantiene bastante íntegra y es lo bastante extensa como para no poder ser reproducida aquí, sin embargo hay un brindis que se debe pronunciar antes, o en lugar, del llamado del Retejador:
Por aquellos hermanos que están a punto de enfrentarse
a lo que los profanos llaman muerte y nosotros la última iniciación,
para que en ese trance no les falte el consuelo de la masonería,
el recuerdo de las horas felices trabajando entre columnas junto a sus hermanos,
y el amor de los suyos
¡Por ellos!
Para ver más sobre este trabajo, pinchen en La Cocina Masónica.