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Cómic de Drácula
 
Cómic de Drácula
Publicado en el diario El Progreso, año 1993.

¡Llegó el coco! Desde hace varios meses los pequeños comerciantes de la ciudad de Lugo y sus contornos sabían que tarde o temprano sucedería y, del mismo modo que ocurría en Transilvania cuando el conde Drácula volvía a su castillo, estos temerosos ciudadanos temblaban en sus tiendas y se reunían para intentar tramar planes con que defenderse del enemigo común.

Pero como en los cuentos de vampiros, otra vez más el gran señor siguió campando por sus respetos y los atemorizados tenderos apenas si se atreven a asomarse a la ventana para saber lo que está ocurriendo en el imponente castillo.

No quieren saber si es cierto que cientos de doncellas entran por aquella temida puerta para ser chupadas hasta la última gota (en este caso no de sangre sino de dinero), o si es cierto que el gran señor (en este caso deberíamos decir señora ya que es una multinacional) les ofrece irresistibles tentaciones (es decir, ofertas) con que cautivarlas y atraerlas para si hasta la eternidad.

Tampoco quieren saber si es cierto que cuando el temido y enigmático señor llega a una nueva ciudad, arrasa, cual caballo de Atila, todo vestigio de comercio que allí ose hacerle frente.

Nosotros, defensores a ultranza de las pequeñas empresas y de los pequeños comerciantes, les vamos a decir lo que ocurre en el castillo para sepan como defenderse.

Es cierto que los precios que ofrecen son absolutamente aplastantes ya que su negocio consiste manejar grandes flujos de dinero a través de complicadas macroestructuras económicas y sin apenas cargar margen comercial en los artículos que venden.

Por ello, como además consiguen comprar e importar estos artículos a precios bajísimos debido a las espeluznantes cantidades que manejan, no resulta extraño ver productos ofertados por debajo del precio de venta de la propia empresa que los fabrica.

Y esto, aunque parezca competencia desleal para las Pymes, hay que reconocer que para el consumidor es realmente fantástico y por tanto socialmente muy positivo. Sobre todo cuando hasta ahora esos pequeños tenderos abusaban desconsideradamente de sus clientes marcando sus artículos con márgenes escandalosos, como ocurría hasta ahora en un conocido comercio de comestibles en el que un día que fui a comprar una salsa y vi que costaba casi el doble que un gran almacén de Coruña. Al decírselo a la propietaria, esta me contestó: "Pues aquí el precio es este y si lo quiere lo toma y si no lo deja".

Lógicamente no volveré a esa tienda porque ahora lo podré comprar a su justo precio.

Como dice el refrán: "En el pecado está la penitencia".


He respetado el texto en la forma en que se salió publicado después de pasar por la criba de la dirección del periódico. En realidad el ejemplo lo ponía con nombres y apellidos. La salsa era de soja marca Kikkoman que en El Corte Ibgles se vendía a 230pts., mientras que en La Sucursal (la tienda de ultramarinos más antigua y prestigiosa de Lugo), estaba a 450pts. También explicaba que la única salida digna y viable para la pequeña empresa, era la especialización, vender productos artesanos o de pequeña producción a los que las grandes superficies no tuviesen acceso.

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Escrito por el (actualizado: 21/10/2013)