Leione 2005
Uva:100% Prieto Picudo
Crianza: 9 meses de barrica francesa y húngara (sin filtrar)
PVP: 11€
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Hace diez años publiqué mi primera crítica sobre un vino de Prieto Picudo, una curiosa uva autóctona de la región de Los Oteros, León, habitualmente denostada por los claretillos de baja calidad y alta graduación que se elaboraban con ella, pero que bien cultivada (reducción fruto/floliar, maduración de taninos y polifenoles, etc.), vinificada (selección de uva, maceraciones largas y controladas, fermentación con frío, etc.), y criada en barricas nuevas de roble francés, daba un resultado tan espectacular, que ya predije que, si seguían haciéndolo así de bien, estos serían los próximos súper vinos españoles del siglo XXI.
Desgraciadamente aquel bodeguero no se lo creyó y volvió a enroscarse la boina, pero ahora, una gran bodega que ya triunfó en el Bierzo con la Mencía, ha tomado el relevo y está haciendo verdaderas joyas.
Para mí este Leione es el más exquisito.
Los cuatro están muy logrados, porque el Estay, a menos de 5€, es un verdadero regalo y el Cumal es un gran vino, pero este Leione, a mitad de precio que el Cumal, 11€, tiene más fruta, alegría y complejidad, así que me compraría un trailer, si mi cardiólogo y el director del banco me lo permitiesen.
Los aromas de la crianza están perfectamente integrados en el conjunto, y los taninos, aunque presentes en la estructura de acidez, están muy maduros y pulidos.
Los aromas de la uva quedan enmarcados con las vainillas del roble francés bien tostado y destaca la suavidad del conjunto y las posibilidades de esta uva con una elaboración de alta gama.
Hay gran complejidad de aromas en boca (en nariz desprende poco, quizás por ser muy glicérico), sobre todo a frutos rojos maduros, algo de hierba fresca, mentol, pastelería y en el post gusto, que es largo y delicioso, salen recuerdos a café natural, tabaco rubio y minerales.
He leído varios comentarios sobre este vino y, curiosamente, todos coinciden en decir que el post gusto invita a una segunda copa, yo diría que a unas cuantas más.
MARIDAJE
Como todos los grandes vinos que ofrecen maderas elegantes, conviene evitar cualquier producto que lleve pimentón (guisos con chorizo, etc.).
Lo digo porque la cocina leonesa abusa del pimentón hasta en los postres (pueden ver más detalles en La Cocina Maragata), y es una pena destrozar un vino así por pretender maridajes regionalistas que suelen ser catastróficos.
Incluso ese ligero toque ahumado de los asados castellanos le afecta, aunque un lechazo del Asador de Vitoria con una botellita de Leione puede quedar grabado en el recuerdo de por vida.
Hoy es fácil encontrar restaurantes que preparen carrilleras estofadas, sobre todo de cerdo ibérico al vino, y ahí sí que da la talla.
O con un rabo de toro, ahora que empieza la temporada y el que más y el que menos, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, organiza unas jornadas ad hoc.
Pero ¿y con un potaje de vigilia? Pues de caerse, porque el almidón de los garbanzos, pero sin el sabor del chorizo, hacen que el vino salga brillante y espectacular.