Papas aliñás
La verdad es que en mi casa siempre se llamó Ensalada alemana y, habiendo estudiado a fondo la Historia de la patata, esta denominación es bastante más apropiada que la andaluza, pero por aquello de la españolidad, quiero repetir la receta porque me ha gustado el nombre, aunque en Prusia comiesen patatas dos siglos antes que en Andalucía (ver Antropología gastronómica).
¡Qué cosas tiene la historia! Un tubérculo que hoy día mueve miles de millones de dólares al año, y hace cinco siglos entró en Europa por Andalucía, país de hambres seculares, sin que nadie le diese aprecio.
Hoy me he enterado que en esta región se comen con frecuencia, sobre todo en Cádiz, aunque también he comprobado que en cada casa las preparan de una forma, hasta con judías verdes, lo cual no me parece nada mal, sobre todo teniendo en cuenta que ambos productos nos llegaron del nuevo continente.
Y aquí viene mi aportación, sacrilegio, desfachatez o como prefieran ustedes llamar a esta combinación, en cualquier caso un resultado tan delicioso que mi chica me dijo: “Pepín tienes que colgar esta receta en la Red porque es la ensalada más rica que he probado”.
Se trata de un mix, que se dice ahora, o sea, de un apaño. Teníamos para comer unas maravillosas Rabas y, como nos gusta acompañarlas de una de esas Ensaladas de patata de que tanto hablo en mi web (me encantan), pues puse manos a la obra. Una vez terminada vi que en la nevera había un bol con esa medio salsa, medio ensalada que preparo con tomate rallado, Salsa fresca de tomate crudo, y me dije “p’a dentro”. El resultado fue un plato distinto, delicioso, hasta complejo de sabores a pesar de su simpleza.
La receta
En realidad sí hay una novedad, y es que hace algunos meses descubrí una nueva forma de cocer las patatas que ha sido un éxito: al vapor.
- Oiga, por un descubrimiento así, igual le dan el Premio Nobel. Dice con sarcasmo nuestro lector impertinente.
- Bueno, ríase usted, pero cuando vea que en diez minutos obtenemos unas patatas el doble de sabrosas y con la mitad de trabajo, pues a mí, me vale.
Como iba diciendo, pelamos las patatas, las cortamos en rodajas gruesas, como de un dedo, y las ponemos a cocer en la vaporera. Depende mucho de la calidad de la patata, pero con diez minutos suelen estar listas (hay que pincharlas con un palillo de yakitori para ver si están blanditas.
Mientras se enfrían, cortamos la cebolla en pluma, picamos un poco de perejil y hacemos la salsa. Para ello ponemos en un bol un buen chorro de AOVE, un poco de vinagre, sal, pimienta y rallamos encima un tomate bien maduro. Batimos con las varillas hasta emulsione y veamos que el aceite no anda suelto por la superficie.
Cortamos las patatas en cuadrados lo más bastos posible. En la ensaladera mezclamos la patata con la cebolla y aliñamos rociando por encima la salsa. Debe removerse bien procurando no romper demasiado la patata y luego se deja reposar al fresco, o incluso en la nevera, a condición de atemperarla antes de servirla porque demasiado fría solo sabe a cebolla.