Pollo asado en cazuela
En mi casa no entró jamás un pollo de esos que llaman “al ast” y que se doran en un torno que gira alrededor de una llama, lo que no quita para que sí comiésemos pollo asado, o quizás haya que decir guisado, pero como va enterito y hay recetas de pollos troceados, pues he preparado este, como lo hacía mi madre, con verduritas. Recuerdo el día que salí por primera vez del campamento, al llegar a casa, me metí en la bañera hasta que se me arrugaron los dedos. Luego fui a la cocina y mi tata me dijo “Siéntate y ve comiendo, que estarás hambriento después de dos meses de rancho y todavía falta una hora para que lleguen tus padres y tus hermanos”, así que ataqué a aquel maravillo pollo. Cuando solo quedaba una zanca, me di cuenta del desaguisado, sobre todo teniendo en cuenta que aquel animalito no era del calibre de los que venden en los bares, si no que rebasaría los dos kilos, así que me tomé un café y me acosté antes de que llegase la familia y viese que tendría que contentarse con los huesos.
Hoy, casi cincuenta años después, aún lo recuerdo y lo voy a emular.
Elaboración
He elegido poner dos piezas de a kilo, en vez de una de dos ¿Porqué? Sencillamente por razones logísticas. He comprado una olla de estas Bra Excellent, que son una maravilla porque no se pega nada, pero es pequeñita, de modo que no cabría un pollo de 2Kg a menos que fuera despiezado.
Les atamos las patitas para que mantengan la forma y los doramos por todos lados en AOVE.
Sin sacarlos de la olla, metemos la cebolla, los ajos, el pimiento y los champiñones (es obvio que se van a pasar, pero su función es dar aroma y sabor al guiso, no estar ricos), todo bien picado, sazonado de pimienta y sal, y lo ponemos a asar con la olla tapada. De vez en cuando le damos la vuelta a todo para que se haga por igual, y sobre que no se queme la cebolla. Una copa de Jerez o vino blanco con madera, no le iría nada mal.
Al cabo de una hora ya estará todo cocido, así que le damos el toque de gracia, rociándolo con un vasito de brandy ardiendo. Flameamos bien y ya estará listo, aunque le viene bien asentarse durante un par de horas.
Sin duda, la guarnición ideal serán unas Patatas parisien, de hecho, si las ponemos en la cazuela y revolcamos con las hortalizas y la salsita, estarán ya de muerte, lo que en Asturias llamamos patatinos. En esta ocasión, mi chica se negó a hacer bolitas, así que puse unos Daditos.
Maridajes
Ni que decir tiene que, como mandan los cánones, las aves de corral se acompañan con un Riesling o un Gewürztramoner, aunque, debido al guisote, los tintofilos también podrán gozarla con un crianza ligerito. Desde luego yo me quedo con Gewürztraminer Sant Iscle, D.O Pla de Bages, Sumarroca Gewurtztraminer, D.O. Penedès, y Waltraud Rieslig, D.O. Penedès.