Primero de Fariña
Primero de Fariña
Extracto del libro La Bodega en casa y sus maridajes, del que pueden ver más pinchando en +
Un joven de Toro
Denostada durante décadas, la uva Tinta de toro ha pasado de la nada al todo, y rara es ya la bodega de prestigio riojana que no se haya implantado en esta tierra que ya ha demostrado ser una de las que ofrece más posibilidades de España.
Es una tierra dura, la meseta castellana, con más de 700 metros de altitud, inviernos gélidos y veranos tórridos, lo que unido al tipo de suelo arenoso y con gravas, hace de ella un terruño ideal para crear grandes vinos, algunos de ellos ya famosos en todo el mundo, pero no por ello hay que olvidarse de los vinos del año.
Gracias a las nuevas tecnologías ya nada tienen que ver con aquellos graneles que circulaban hasta apenas un par de décadas. Hoy los vinos jóvenes son limpios, afrutados, alegres y con una personalidad difícil de conseguir en otras regiones con mayor tradición y fama
Manolo Fariña es el indiscutible pionero de los vinos de Toro, de hecho él fue el único que entendió el mensaje que la prensa especializada lanzó hace un par de décadas, avisando que, haciendo las cosas bien, allí podían lograrse vinos insuperables.
Dicen que fue haciendo experimentos para copiar un Beaujolais Nouveau, como nació este vino, que si se llama Primero no es por frivolidad, sino porque es el primero que sale cada año al mercado español, pero desde luego entre la uva Gamay y la Tinta de Toro hay tanta diferencia, que ni el mejor Borgoña puede acercarse a esta explosión de aromas frutales y de potencia de boca.
Es un vino con mucha personalidad que por su bajo precio nos permite tenerlo en la bodega como vino de diario, porque tiene la ventaja que tanto acompaña un pescado potente, como una carne, además de los guisos, que donde a mí más me gusta.
Con qué disfrutar de este vino
Para los profanos en el mundo de las parrilladas pamperas, la Provoleta es una gruesa rodaja de queso Provolone, ligeramente fundida y tostada en la parrilla, que se aliña con un poco de aceite y orégano.
Es casi como aperitivo que se toma antes de entrar a saco con las distintas carnes, pero para muchos es una golosina más tentadora que los propios bifes, y con este vino, que es todo fruta madura y fresca, como además debe tomarse más frío que un tinto normal (así se nota más la acidez y el cuerpo), pues la combinación es deliciosa.
Dicho esto, creo que resulta obvio que no vamos a limitar el consumo de este vino a este aperitivo, solo es una forma de soporte para explicar que este tipo de vinos jóvenes, y concretamente este Primero de Fariña, permiten mil acrobacias, porque lo mismo acompañan una ventrisca de bonito al ajillo, que una parrillada de riñones y mollejas, algo que un vino con crianza, y más un reserva, no podría hacer porque, o el vino quedaría desarmado, o su potencia eclipsaría el plato.
Conviene apuntar que el hecho de que sea un vino tan joven no es óbice para que pueda consumirse al año siguiente. De hecho, a mí me gustan más las partidas que salen hacia el verano que esas primeras de noviembre, y con un par de años, sigue igual de afrutado.