Extracto del libro Un vino para cada pincho, maridajes de la Cocina Canalla.
Gonzalo es más manchego que Don Quijote, aunque muchos aficionados siguen creyendo que es un distinguido enólogo riojano, como si todos los famosos bodegueros de esa región fuesen oriundos.
Él volvió a su pueblo como un profeta, porque sabía que trabajando las viñas autóctonas con todos sus conocimientos y los de sus dos socias (Alexandra y Margarita), conseguiría vinos importantes y, además de la crítica española, ya tiene en el bolsillo al mismísimo Robert Parker.
La verdad es que este es un vino que despatarra, porque tiene un cuerpazo que te deja clavado, pero a la vez está pulido y sedoso, aunque su mayor virtud es el caudal de aromas a frutas negras maduras, como picota, grosella, arándano...
No puedo dejar en el tintero su blanco de uva Malvar, una delicia única, y por supuesto La Plazuela, uno de los más grandes de España, un vino que debería hacer que los directivos del CRDO se planteasen la idoneidad de volver a destripar terrones.
Existen tantos pistos como pueblos que se precien de prepararlo, pero no sólo en España, sino incluso en lugares remotos, como el letscho húngaro, la kapunata maltesa, la ratatouille niçoise, la ciambotta italiana, la caponata siciliana..., u otros más cercanos como el tumbet mallorquín o la samfaina catalana.
Hay regiones en que se tapea mucho, lo cual es señal de buen gusto y cuidado de la salud, porque pocos platos hay tan sanos y deliciosos como un pisto preparado con hortalizas de la tierra.
He escogido el apellido “manchego” porque el vino es un gran toledano, pero cualquiera de los vocablos que he citado vale perfectamente para este maridaje, lo que hace falta es que en el bar al que acudamos la cocinera se moleste en rehogar unos calabacines, berenjenas, cebollas, ajos y tomate, y ya tendremos festín.
Maridaje
Quizá porque en casa comíamos pisto durante todo el verano, este maridaje se me antojó algo sencillo, pero cuando empecé a comprobar los estropicios que me montaban las hortalizas, comprendí que había que tomárselo más en serio, porque hubo buenos riberas y riojas que quedaron para el arrastre.
No digamos ya si se escalfa un huevo como en la famosa piperrada vasca.
Pensé en recurrir a los deliciosos rosados que suelen maridar bien con los productos de la huerta, pero luego se me ocurrió que los platos duros de esta tierra, sopas de ajo, atascaburras, gazpacho manchego, salteado de entrañas, chuletas de cordero recental, estofados de perdiz o jabalí, etc., pedían un maridaje acorde con la áspera meseta y probé con el Ercavio ¡Bestial!.
Es un tipo de picoteo peculiar, pero no exclusivo de La Mancha, así que prueben con tapas riojanas, murcianas o de la Cataluña interior, verán qué bien. Y más barato que los prioratos.
