Bembibre 2002
Bodega Dominio de Tares, D.O.Bierzo, 100% mencía, maloláctica en barrica y 15 meses en roble francés, 18,50
Como parece que todos los grandes de El Bierzo se han puesto de acuerdo para no comprar etiquetas de Crianza o Reserva y me niego a que en este apartado no entre ningún vino de esta zona, pues ya puestos a saltarse todo a la torera, pongo este brutal mencía cuya crianza es tan heterodoxa que, ni cuando los CC.RR.DD.OO. reajusten a la realidad sus premisas, podrá ser encasillado como nada preestablecido.
La Mencía de El Bierzo ha sido conquistada.
Llevo muchos años siguiendo los avatares de distintos enólogos que se han dejado los sesos intentando saber si había que trabajar esta uva como se hace con cualquier otro clon de la Cabernet Franc en Burdeos, Italia, Chile, Australia o California, pero el terruño de El Bierzo es único y lo único que sacaban en claro, era como no tenía que hacerse.
La nueva generación ha sido más atrevida que Gagarin, pero también más realista: “Probemos técnicas propias y, con el paso del tiempo, algo saldrá” y salió.
Este vino es un escándalo porque el primer sorbo te invade de aromas y sabores voluptuosos hasta la última meninge, pero lo que al primer golpe se muestra como un garañón desbocado, poco a poco se va aterciopelando hasta convertirse en un trago realmente elegante, algo que estos vinos tan golosones y con maderas tan tostadas, no suelen lograr.
La Mencía de El Bierzo ha sido conquistada.
Llevo muchos años siguiendo los avatares de distintos enólogos que se han dejado los sesos intentando saber si había que trabajar esta uva como se hace con cualquier otro clon de la Cabernet Franc en Burdeos, Italia, Chile, Australia o California, pero el terruño de El Bierzo es único y lo único que sacaban en claro, era como no tenía que hacerse.
La nueva generación ha sido más atrevida que Gagarin, pero también más realista: “Probemos técnicas propias y, con el paso del tiempo, algo saldrá” y salió.
Este vino es un escándalo porque el primer sorbo te invade de aromas y sabores voluptuosos hasta la última meninge, pero lo que al primer golpe se muestra como un garañón desbocado, poco a poco se va aterciopelando hasta convertirse en un trago realmente elegante, algo que estos vinos tan golosones y con maderas tan tostadas, no suelen lograr.
A pesar de esa elegancia, aquí hay mucho vino, así que cuidado porque se puede llevar por delante muchas carnes de esas supuestamente poderosas. En nuestras parrillas es facil encontrar riñones y mollejas hechas a las brasas, como en el Mesón Sancho. Con esto, mas que un maridaje, es una orgía.