Tarta de horchata.
Allá por los años sesenta, en Madrid había unos quioscos que vendían refrescos naturales, agua de cebada, que yo creo que nunca probé, granizado de limón, que era delicioso y horchata, la reina del verano, porque la preparaba una señora machacando chufas frescas que le llegaban de Valencia y, cuando estaban bien molidas, se colaban y prensaban hasta extraer la última gota de zumo. Luego este se metía en una especie de gran lechera de acero, con doble pared, donde se ponía sal gorda y la señora iba batiendo la horchata hasta que se escarchaba, y así se servía en unos vasos altos con forma de flauta especiales para horchata (no los he vuelto a ver) y, con una pajita de caña se degustaba en la barra del propio chiringuito. Magia empresarial, o profesional, porque hacer todo lo que he narrado, una sola persona y en un puestucho callejero de apenas 2X2m, a mí me parece un milagro.
Ahora yo se la compro a Amazón en Tetrabrick, “Eco”, vegana, sin gluten y sin aromas, y me llega a mi casa de la playa de Salinas en Asturias, desde Alcáser, Valencia, de un día para otro. “¡O tempora, o mores!”
Como no tengo vocación de horchatero y esta, a pesar de tanta tontería, está rica, pues he querido sacarle partido y he preparado una curiosa tarta, cubierta de culis de arándanos frescos, que a mi niña le chiflan y encima son magníficos antioxidantes.
ELABORACIÓN
En un bol grande, desmenuzamos bien las galletas, añadimos la mantequilla fundida y amasamos bien. Luego pasamos al molde y llevamos al congelador.
En una olla, calentamos la horchata y desleímos en ella el queso y dejamos reposar.
Mientras, en un cacillo ponemos el azúcar con 1/4l de agua, llevamos a ebullición y añadimos el agar agar. Debe cocerse un par de minutos mientras agitamos con las varillas.
Volcamos en el relleno y batimos bien para homogeneizar bien.
Esta crema se vierte en el molde, sobre la pasta de galletas y se mete a enfriar en la nevera, procurando cubrir bien para la gelatina no coja olores de nevera.
Tardará unas horas hasta solidificar, así que culis no haremos hasta el momento de usar, pero si podemos ir preparando el adorno. Se pueden poner mil cosas, desde bolitas de chocolate hasta frutas, como fresas, frambuesas, guindas al Marrasquino, etc. Yo opté por este culis de arándanos azules. Para ello, en una cartulina, dibujé y recorté un balandro, porque me encantan los veleros clásicos. Cuando la tarta estaba ya dura, lo coloqué sobre ella y la dibujé en la tarta. Para el casco rallé un poco de chocolate, y para el aparejo, piel de naranja. Coloqué de nuevo la plantilla sobre las limaduras y presioné un poco.
El vaso de la batidora, puse 1/4kg de arándanos que había congelados unos días antes. En el mismo cacillo de la gelatina, repetimos la operación, pero solo con 7g de agar agar, y vertemos esta sobre las frutas. Se tritura a máxima velocidad y se reparte sobre la superficie de la tarta. Luego retiramos la plantilla “Et voila”. Unas hojitas de menta siempre le van bien.
MARIDAJE
Como ni soy goloso ni me gusta la repostería, estos maridajes no son mi fuerte, pero esta tarta se deja querer, así que tiene muchos novios. Los mejores partidos son Moscatel de Setubal Bacalhôa, La Cacciatora Moscato d'Asti y Oporto LBV quinta de Crasto, aunque el tinto, no es el que mejor me vaya con los arándanos.
También hay vinos españoles, claro, incluso moscateles como el Casta Diva, pero cuesta 18€/bot de 0,5l , así que por ese precio, prefiero el bacalhôa, incluso algunos baratitos como el Alambre, a menos de 6€/0,5l, o el Horácio Simões, a poco más de 6€/0,5l.