Gazpacho verde
Mucho me enrollé con la historia, así que a partir de aquí vamos telegráficamente (En el artículo original se contaba la historia de como desde que el fallecido Víctor Merino inventase el Gazpacho de bogavante, todos los cocineros españolas inventan variantes sobre el tan antaño denostado plato campesino, hasta el extremo de que Dani García, en Tragabuches, llegó a ser famoso por sus gazpachos de contraste: Gazpacho de remolacha con agua de ostra helada, Gazpacho de cilantro con lengua, Gazpacho de aguacate, maíz crujiente y atún ahumado, Ajo blanco de coco, atún ahumado y limón. Gazpacho de guisantes con jamón...).
La receta.
En la turmix ponemos todos los ingredientes, previamente picados groseramente.
Se añade la sal (no mucha, es mejor corregir al final), el aceite (abundante), el vinagre (con cuidado porque cuando enfríe se pone mas fuerte), y se cubre de agua hasta el limite de seguridad que indica el vaso.
Se tritura a máxima velocidad y se deja enfriar dos o tres horas en la nevera.
Una vez reposado, se vuelve a triturar (este es el secreto para que quede bien cremoso y sin grumos, ya que durante el reposo todos los ingredientes se han sobrehidratado, han sufrido el ataque del ácido del vinagre, y con esta segunda molturación, queda homogeneo y sedoso).
Esta crema fría puede durar tres o cuatro días (siempre y cuando se supera la tentación de meterle mano cada vez que se abra la nevera), de modo que se puede hacer en mayor cantidad y darle varios usos, como por ejemplo para acompañar algunos platos indios (se parece al lasi), porque es muy alimenticia, sana, deliciosa, refrescante, y, de momento, no da positivo en los controles de alcoholemia.
Para servir como plato se debe enriquecer con algunas guarniciones, como por ejemplo los torreznos de bonito que describo en la columna contigua, pero igualmente se pueden hacer mil guarniciones, como por ejemplo varios separados picadillos de pan duro, pimiento rojo y verde, huevo duro, cebollino, o incluso algunas frutas, como uvas, daditos de mango, o simplemente gajos de naranja pelados.
* Torreznos de bonito
Esta es una guarnición original y muy sabrosa, que en cierto modo substituye a los taquitos de jamón serrano con que se suele acompañar el salmorejo murciano.
Es muy simple.
De un trozo de oreja (agalla), o de cola (es lo mas barato), soltamos las hojas que componen la carne, las cubrimos de sal gorda, y dejamos escurrir media hora (la sal extrae el exceso de líquido).
Luego se sacuden y se limpian con un trapo.
Una vez limpias, se sumerjen en aceite de oliva bien caliente hasta que veamos que se retuercen y empiezan a dorarse.
Una vez con aspecto crujiente, se sacan con una espumadera de alambre (es importante usar el material adecuado porque de esta forma se puede escurrir mejor el aceite) y se dejan secar sobre papel absorbente.
Para los mas atrevidos y amantes de los sabores mediterraneos (sobre todo de las cocinas de Oriente medio), les recomiendo que espolvoreen los torreznos con un poco de comino molido antes de echar a la sartén, con esta especia el bonito potencia sus sabores, y el contraste en el plato resulta sorprendente y muy agradable.
Y ya el colmo es, después de fritos, espolvorearlos con hierba buena seca y molida, da un punto alucinante.
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