Trus

Hacía tiempo que no encontraba un vino con que regalarme a mis anchas, por eso cuando caté este Trus, guardé cuidadosamente la botella en la nevera para atemperarlo y, cuando estaba a esos 15º que suelen tener en bodega, me despaché a gusto, paladeando esas golosinas que, parece ser, ya están pasadas de moda (en elmundovino.com, lo ponen a parir, con un aprobadillo de 13/20 y una descripción que yo creo que ese colega debió confundir la ficha, porque podrán criticarlo por pasarse de tostatidos de madera y frutas sobremaduras, pero por corto de aromas y frutas ¡Que no me jodan!).

El nombre Trus es un acrónimo de Tierra, Roble, Uva y Sol, o sea, que no es una castellanización de Trust, sino un flato mental del responsable de marketing.
Junto con la manía de esconder el precio del vino (no sé porqué no lo citan por ningún lado, porque me parece muy razonable), creo que es lo único que se puede reprochar a este nuevo producto, porque hasta la información de la contraetiqueta es impecable, indicando todo lo que el consumidor necesita saber, que es como se hizo el vino.
Como indicaba al principio, algunos colegas están castigando estos vinos tan golosos, con maderas excesívamente poderosas que llenan la boca de vainilla, cacao, tofe y regaliz, lo que junto a frutas negras muy maduras, casi ciruelas pasas (ojo, no uvas pasas, porque no hay rastro de oxidación ni pasificación), hace que cada trago sea como meterse en boca una de esas compotas que nuestras abuelas hacían en Navidad. Pero qué le vamos a hacer, a mi me encantan ..., y me temo que no soy el único.