Fresones para Napoleón
Fresa de Candamo
Diario El Comercio año 1997.
Según alguna crónica humorístico gastronómica, Napoleón invadió España con el único fin de apoderarse de las fresas españolas de Candamo y Aranjuez.
Decía que un ilustre personaje lucense fue cocinero del Emperador, y de paso consuelo en sus atormentadas noches en Santa Elena, donde, entre platos de grelos con cachelos (a la Parmentier, claro) y otros de fresas con nata, le hacía conciliar el sueño mintiéndole sobre el desenlace de la batalla de Waterloo, y de como los fresones que acababa de cenar provenían de los huertos del concejo de Candamo.
Pero los franceses nunca agradecieron a España que fuera un exverdugo de la Terra Chá quien cerrase por última vez los ojos del pequeño corso, y en vez de glorificar nuestras bermejas frutas, los muy cafres, envidiosos de que el lúgubre exilio de su caudillo fuese atemperado y dulcificado con fresitas asturianas, lo que hacen es volcar e incendiar los camiones que las transportan hasta el mercado de Les Halles de París.
Evidentemente todo esto es falso, me refiero a que las fresas de Candamo no se exportan a Francia, pero como la única licencia que se nos permite a los escritores es mentir como bellacos, pues aprovechando que hoy es Santa Cándida, y este fin de semana se celebra el festival de estas frutas en Grullos , lanzo esta cizaña a ver si cuela y algún grupo extremista decide plantar cara a los terroristas gabachos.
Porque no se crean que la cosa viene de poco tiempo acá, ni siquiera desde la excursión napoleónica. De hecho la entrada en España de la Casa de Borbón se debió a la incontenible pasión que Luis XIV sentía por las fresas. Como en sus jardines de Versalles no consiguió que los naranjos diesen naranjas como las de Valencia, ni los fresales frutos como los Aranjuez, pues para satisfacer su gula envió a su nieto Felipe con el recado de ocupar el trono, y de paso conseguirle unas fresas de estraperlo.
“Anda Pipo (ese era el diminutivo familiar que usaba el Rey Sol con el entonces duque de Anjou), ve a España, y cásate con la chiquita esa, con Marilú (decir Maria Luisa Gabriela de Saboya era demasiado para un pobre anciano), que me ha dicho Lolo (o sea, don Manuel Oms de Santa Pau, marqués de Castelldosrius) que es muy mona. ¡Ah! Y no te olvides de terminar el palacete ese de Aranjuez, sobre todo el huerto, que dicen que tiene unas fresas riquísimas.”
Y así el día 8 de mayo de 1701, y a causa de las fresas, en la iglesia de San Jerónimo el Real, Felipe es jurado rey de España, y desde entonces los Borbones dirigen los destinos de este desangrado país.
Felipe y Maria Luisa pelaron la pava y plantaron unas fresas que llegaron a ser consideradas como las mejores del mundo, y así la variedad obtenida se llamó Reine des vallées (Reina de los valles).
Felipe y Maria Luisa pelaron la pava y plantaron unas fresas que llegaron a ser consideradas como las mejores del mundo, y así la variedad obtenida se llamó Reine des vallées (Reina de los valles).
Años más tarde, en 1713, un oficial bretón trajo a Europa desde Chile unos plantones de unas fresas gigantes, llamadas fresones por razones obvias, que deslumbraron al monarca galo, quien a pesar de su avanzada edad, exclamó al verlas: “¡Que alegría!. ¡A mis setenta y cinco años las voy a tenerlas mas gordas que mi nieto!”.
Y ahí empezó el conflicto entre ambos países, o sea, un problema de fresones.
Y ahí empezó el conflicto entre ambos países, o sea, un problema de fresones.
Estas nuevas fresas se extendieron por todo el mundo , y a finales del milenio, cuando se habla de una Europa Unida, los distintos países productores andan luchando entre sí por ver quien las tiene más grandes, pero no olviden que en asuntos de amor y frutas, lo importante no es el tamaño, sino la calidad y el mimo con que se manejan ambos temas.
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