Información y publicidad.
Hay asuntos que exigen cierto rigor. Temas desagradables que por mucho que se adornen con humor, no dejan de ser escabrosos, por ello, sin que sirva de precedente y enlazando con el último artículo De Palique (J'Accuse), he poner un borrón negro en esta web en la que solo pretendo divertir a los buenos aficionados y no amargarles el rato con las historias sucias de los medios de comunicación.
Me escribe un lector (me imagino que es más bien alguno de los responsables de ese sitio), criticando mi actuación de incluir entre mis links, a uno al que, según él, "pongo a parir".
Según este señor, si esa web no me gusta, lo que debo hacer es no citarla y punto. Bueno, es un criterio tan respetable como cualquier otro.
Hace diez años, en mi sección de gastronomía del diario El Comercio, me sucedió un caso parecido con un restaurante de Gijón.
Como decía mi querido amigo Jorge Víctor Sueiro: "Si un restaurante no me gusta, no hablo de él y en paz". Bien también. Pero ¿Se imaginan ustedes la cantidad de restaurantes que un servidor de ustedes ha visitado a lo largo de su carrera y de los que no ha hablado nunca? Les aseguro que no se pueden hacer ni idea.
¿Porqué entonces tomarla con unos sí y otros no? Pues sencillamente porque existe una notable diferencia entre no saber hacer las cosas, o hacerlas intencionadamente de forma deshonesta.
Una persona podrá gustar o no a la sociedad, no todos somos guapos y simpáticoss, pero si alguien viola las leyes, debe ser arrestado.
Si en un restaurante como mal, estoy incómodo, el servicio es incompetente, etc., no vuelvo y en paz. Pero si en un restaurante soy maltratado, engañado y atracado, creo que es mi obligación social denunciarlo para evitar que otros inocentes pasen por tan desagradable experiencia.
De hecho, si la Administración actuase como debiera, este tipo de actuaciones, por desgracia cada vez más frecuentes, serían perseguidas y los sinvergüenzas que actúan así, estarían donde deben estar, en la cárcel.
Volviendo al web antes citado, es evidente que se trata de un listado publicitario donde sale el que paga y la página dice lo que el anunciante pide que se escriba (todos sabemos lo que son las páginas amarillas). Bueno, aceptémoslo, lo que no es admisible es que se le dé formato de guía informativa, llegando al extremo de autoproclamarse: El centro de información del vino en la Red.
No, eso no. Venda usted anuncios si quiere, pero no diga que su listado es "El Centro de Información del vino en la Red".
Hace un par de meses, durante el congreso de Gijón (ver Congreso Pro/Am), un buen amigo me vino alarmado a contarme que me estaban calumniando: "Hay un tipo ahí que dice que las críticas de tu guía son compradas. Vamos a por él, si hace falta yo testifico y le metemos un paquete". Sí, realmente eso hubiera sido lo correcto, siempre y cuando la justicia actuase como tal, pero si ya sabemos de antemano que el resultado de la denuncia será perder un montón de horas de trabajo, y no poco dinero, para que al final lo más probable es que ni le tiren de las orejas, pues francamente, para eso me quedo como estoy.
"Mira Andrés, le dije a mi buen amigo, la mitad, por no decir todos, de los restaurantes y vinos que no salen en mi guía, dirán que no están porque no han querido pagar. Con que uno solo de los que aparecen, denunciase haber pagado un céntimo por estar en mi selección, yo me retiraría de esta profesión y pediría público castigo. Son mezquinos, gentuza despreciable, cierto, pero ¿de qué están rodeados? ¿cuantos premios y menciones de honor les son ofrecidos cada día a cambio de dinero? ¿cuantas publicaciones vemos con publicidad encubierta? ¿cuantos críticos les besan el culo y se comprometen a subirles la puntuación a cambio de una campañita de publi? ¿acaso no sabes que hay más de uno que hasta amenaza con desprestigiar una marca si le retiran la gestión de imagen de su agencia? ¿De qué te asustas querido? No es que les justifique. La calumnia es uno de los crímenes más canallas y despreciables que contaminan nuestra sociedad, sobre todo sabiendo que están difamando a una persona que defiende su honestidad profesional por encima de sus intereses económicos. Son vil carroña, sí, pero querido amigo, también son víctimas de la basura con que conviven. Fíjate, es más aún, hasta es posible que ese majadero se crea lo que ha dicho, porque como por cada uno de esos premios que tiene colgado en su bar, ha tenido que pagar una pasta, no concibe que exista gente honrada en esta profesión y, aunque nadie le haya ofrecido estar en nuestras guías, da por hecho que para estar ahí hay que poner el huevo".
Y así se escribe la historia, de modo querido lector, que este servidor suyo, mientras pueda ganarse la vida honestamente, seguirá haciéndolo, pero no me priven del derecho al pataleo cada vez que veo en la guía Campsa, los restaurantes de El Corte Inglés como los más recomendables de cada ciudad, obviamente sin inspección, por defecto, que se dice en informática.
Aunque parece ser, que la moda que este año priva los directores de marketing, va por ahí: "¿Publicidad directa y honesta en publicaciones especializadas? No gracias, solo pagamos por publireportajes encubiertos y por mejorar puntuaciones en las guías. Las campañas se hacen en El Marca y en en Hola". Como me dijo cierto mequetrefe: "¿Para qué vamos a pagaros si ya habláis de nosotros gratis?
De puta madre.
P.D. Quizás sea el momento de recordar a estos marketinistas de diseño que, hace veinte años, cuando no había revistas especializadas, en España no había marcas que comercializasen aceites de oliva virgen extra de prensa en frío, ni vinos de alta expresión, ni productos de cerdo ibérico de bellota, ni otras muchas exquisiteces que hoy abarrotan las estanterías de nuestras tiendas delicatessen. Quizás haya que explicarles que, si no existe una revista especializada explique porqué es matemáticamente imposible vender jamones ibéricos de bellota a menos de 30€/Kg (léase el razonamiento en La Montanera), la batalla mediática en el Marca, Hola y TV, la ganará Navidul, no Joselito. Eso lo sabe hasta el que asó la manteca, aunque no estudiase marketing.