Gran Feudo de Chivite
Bodega Julián Chivite
DO: Navarra
Uvas: 100% Garnacha
Crianza: No
P.V.P.: 4,50 €
www.bodegaschivite.com
Otros vinos de esta bodega:
Gran Feudo Chardonnay, tintos Crianza, Reserva, Viñas Viejas, Moscatel.
Colección 125 blanco, Tintos Reserva y Gran Reserva, Moscatel Vendimia tardía
Quiero recalcar la calidad de este vino porque, debido a su bajo precio, hay pazgüatos que lo desdeñan como si fuese un Lambrusco de segunda, cuando en realidad es un producto excelente, calificado con sobresaliente en guías tan duras como la Proensa y que, en maridajes difíciles como el que nos ocupa, se comporta con más brío de lo que podrían hacer muchos tintos.
Es la máxima expresión de la uva Garnacha tratada con mimo, ligeramente macerada, lo justo para extraer esos aromas a frutillos rojos, frambuesas, pomelo rojo, un frutero, vaya, pero sin esos perfumes añadidos de los que estamos ya tan hartos.
El Plato
Durante el Renacimiento las alcachofas fueron uno de los bocados más cotizados de las grandes mesas, incluso reprobadas por la Iglesia, quizás por la pasión que despertaban en Catalina de Médicis.
Son muy latosas de preparar, caras, difíciles de encontrar en la hostelería y, lo peor, el verdugo más temible de cualquier vino. Un auténtico cardo, pero, como dice Joël Robuchon: “¡...pero Dios mío, qué cardo!”. Un verdadero gourmet, uno de esos pocos que no seguimos los consejos del dominical de turno, puede cruzar media España por unas buenas alcachofas de Tudela en sazón. En Cataluña las preparan crudas, en lonchas y a la plancha, una verdadera golosina para iniciarse en esta pasión.
MARIDAJE
Hasta que se descubrió que las cepas viejas de Garnacha daban uvas con gran concentración de polifenoles, antocianos, etc., y por tanto eran capaces de soportar algunos años de crianza, la misma se caracterizaba por oxidarse rápidamente, por lo que vinificada en rosado es como daba sus mejores resultados. Esta es la prueba palpable. No existe un maridaje más difícil que las alcachofas. Ni los espárragos son tan demoledores como estos malditos cardos, pero es que una buena alcachofada, aunque los adictos podemos hasta comerlas con agua, se merece el esfuerzo. Este rosadito, que parece así tan afrutado y femenino, resulta ser un verdadero coloso, quizás el único vino capaz de seguir vivo durante la prueba y hasta con dignidad. El amargor del cardo destroza cualquier tinto y los blancos quedan aguados, ni los grandes maestros franceses, como Curnonsky, se atreven a pronunciarse. Sólo Senderens habla de un Hermitage blanc reserva, pero como guarnición de una dorada y rellenas de foie, pero claro, es que los pobres no tienen rosados como este. Aprovechen la temporada y vayan a probarlas a Navarra, en menestra de primavera, verán qué lujo.