Solabal
Rosado joven Bodega Solabal D.O. Rioja Uvas garnacha, Tempranillo y Viura, PVP 2,70
Publicado en la guía Asturias gastronómica 2005/2006
Publicado en la guía Asturias gastronómica 2005/2006
Para los escasos conocedores de este tipo de vinos, éste es lo que prodríamos definir como un clásico actualizado, un rosado de los que siempre se hicieron en Rioja, sin perfumes extraños que nunca tuvieron aquellas uvas, pero con más elegancia y frescura que antaño.
Es el coupage tradicional de Rioja, Tempranillo, Garnacha y Viura, más o menos a partes iguales, aunque siempre dejando que el enólogo juegue con los porcentajes según venga la vendimia, por eso sabe a rosado de Rioja, aunque ahora se estén poniendo de moda los que saben a frambuesa, como si viniesen del Ródano meridional, o peor aún, ¡de Lambrusco!
Por encima de todo, más que espectacular, es un vino de calidad (Proensa le da nada menos que un 86/100), por eso digo en la entradilla que es vino para conocedores de rosado. Tiene esa frescura necesaria que se refuerza con un toque de carbónico, pero muy ligero, nada que ver con esas gaseosas a que he hecho mención. Hay frutas, en la línea de las endrinas, pero más destacables son los florales y herbáceos, todo ello montado sobre una gran estructura de acidez y, encima, todo eso por menos de quinientas pelas.
Es el coupage tradicional de Rioja, Tempranillo, Garnacha y Viura, más o menos a partes iguales, aunque siempre dejando que el enólogo juegue con los porcentajes según venga la vendimia, por eso sabe a rosado de Rioja, aunque ahora se estén poniendo de moda los que saben a frambuesa, como si viniesen del Ródano meridional, o peor aún, ¡de Lambrusco!
Por encima de todo, más que espectacular, es un vino de calidad (Proensa le da nada menos que un 86/100), por eso digo en la entradilla que es vino para conocedores de rosado. Tiene esa frescura necesaria que se refuerza con un toque de carbónico, pero muy ligero, nada que ver con esas gaseosas a que he hecho mención. Hay frutas, en la línea de las endrinas, pero más destacables son los florales y herbáceos, todo ello montado sobre una gran estructura de acidez y, encima, todo eso por menos de quinientas pelas.
Ese toquecito amargo que dejan al final los grandes rosados, permite que éste se pueda enfrentar a platos tan temibles como los espárragos trigueros, o esas explosivas alcachofas fritas con oricios de El Panduku. No es que sean el mejor maridaje para degustarlo, con un pichón estaría sin duda más rico, pero a las aves les pueden acompañar otros vinos, mientras que estas hortalizas producen sarpullidos entre los bodegueros.