Tortiglioni con pisto y pimienta verde
Aunque el bocazas de Marco Polo afirmase que había traído en el siglo XIV los maccheroni de la China (nunca llegó a tales latitudes, apenas pisó la costa occidental de la India, y la pasta china no se parece en nada a la occidental), ya en Nápoles se consumían en el siglo III a.C., y en España, los árabes introdujeron la paste seca en el siglo VIII.
Quizá la palabra Tortiglioni les suene a otra cosa, pero es que en Italia hay muchas variedades de macarrones, lo que ellos llaman “pastas cortas”: penne, regatoni, ziti, etc. (solo menciono las huecas, las tipo macarrón, porque hay otras como farfalle, fusilli, pipette, pero esas son otra cosa).
Hoy los preparé con lo poco que había en la cocina, porque este largo fin de semana de mi cumpleaños, contaba con cierta celebración, pero asuntos familiares dieron al traste con mis planes, y como el comercio estaba cerrado, pues cocina de fortuna, que suele resultar rica, sana y económica.
Si en vez de tortiglioni tienen en la despensa penne, o regatoni, el resultado será el mismo.
La receta
Esta es una pasta gruesa, por lo que suele tener más tiempo de cocción, unos 12 minutos. En cualquier caso y salvo condiciones atmosféricas especiales, a pesar de lo afirman algunos listos de la pasta, lo mejor es seguir las indicaciones del fabricante.
Mientras se cuece (abundante agua con sal gorda), envueltas en un paño limpio, machacamos los granos de pimienta verde hasta que queden casi molidos.
Por otra parte rallamos el queso en fino, salvo que esté tierno, en cuyo caso hay que recurrir a la parte gruesa del rallador porque la fina no hace nada.
Del pisto solo hay que abrir el bote y listo. Antaño, mi madre hacía uno maravilloso con las hortalizas de la huerta de casa, pero hoy no saben a nada, así que mejor los Hida que se hacen in situ con piezas maduras al sol.
Una vez cocida, escurrimos la pasta aunque no mucho (en Italia siempre dejan un poco de agua, que está muy rica y liga con las salsas), rociamos de AOVE, incorporamos el pisto y la pimienta, removemos bien y ya está listo para emplatar (siempre platos calientes).
Cada comensal se sirve a su gusto, el queso rallado y el orégano picado.
Maridaje
Sería ideal conseguir un vino de la Campania, por ejemplo un potente Taurasi, pero en España resultan muy caros y difíciles de conseguir, sobre todo, no siempre en buenas condiciones de conservación.
A mí me gustan muchos los vinos de uva Monastrell, a ser posible de media crianza, para conserven los aromas afrutados de la uva, pero reforzados con los toques ahumados y a canela de la barrica joven.