Sandwiches de pepino con hummus
Cuentan las malas lenguas que, cómo la reina Victoria Iª de Inglaterra estaba bastante jamona, y en aquellos tiempos conocidos como Era victoriana, la corte estaba tan ociosa que la obesidad ya se consideraba un factor de riesgo y de falta de estética, para acompañar su famoso Afternoon tea, la oronda señora encargó a su consejero gastronómico Leopold Bray algún acompañamiento que no aumentase sus michelines, y este ordenó a la cocinera que él mismo había traído desde Anatolia, Kaya Gurkoglu, que preparase tal manjar para su majestad, y a esta no se lo ocurrió nada más digestivo que unos cucumber sandwichs.
Lejos de provocar las habituales iras de la monarca, cuando la señora probó aquel sabor tan estrambótico en la Inglaterra del siglo XIX, le pareció que era justo lo que deseaba, y desde entonces no hay Tea room en el mundo que no incluya en su Tea time los dichosos bocaditos de pepino.
Un servidor de ustedes, que ha sido bastante pijo desde que tiene uso de razón, acostumbraba a merendar en el Salón de té Embassy de Madrid, cuando aquel local era un sitio selecto y no un nido de horteras fachas cómo es ahora.
Mi abuela, que era muy fina, pedía un par de aquellos bocaditos tan monos que costaban un disparate, pero yo, que pijo o no pijo, pero ya devoraba cualquier delicatessen, pues daba cuenta de la bandeja que Antonio, el encorsetado camarero, me ofrecía cada poco, y así me aficioné a esta estrambótica cursilada.
Reconozco que mis preferidos eran los de lechuga, pero bueno, estos también tenían su gracia.
Lo que no le dijo Sir Bray a su insoportable soberana, fue que la combinación original consistía en una pasta de garbanzos, con ajo y aceite de oliva y sésamo, llamada hummus, porque si años antes le había desterrado por contratar a una cocinera irlandesa, con esto ya podía cortarle la cabeza.
El caso es que cambió el pan de pita por láminas de pan de molde y el hummus por mantequilla, y a la señora le gustó tanto, que le dejó seguir vegetando en la corte, así que todos tan contentos.
Aquí les ofrezco la auténtica receta turca, plato que no debe faltar en ningún mezzé que se precie, aunque he cambiado las pitas por el pan de molde por mi actual problema de pobre desdentado.
En Noruega hacen unos parecidos pero con queso blanco de untar (Philadelphia), eneldo y mostaza de Dijon. Están ricos, pero bueno, yo terminé hasta la coronilla de comer salmón a todas horas, así que paso.
La receta
A principios del siglo XX en EE.UU. se registraron ya más de 400 especies de pepino, de modo que ya debe haber miles. Digo esto porque hoy cogí unos que olían a algo realmente asqueroso, como a queso Munster, de modo que procuren encontrar una frutería decente que venda productos de la zona, porque estos seguro que venían de China (en la actualidad produce y exporta más de 50 millones de toneladas al año, cincuenta veces más que Turquía, el segundo productor mundial).
En cualquier caso el proceso es el mismo y hasta los pestilentes chinos se vuelven potables. Se lavan bien (sabe Dios lo que pueden tener en su piel), se raspan con la parte roma de un cuchillo para quitar los puntitos duros y se pelan parcialmente, tira sí, tira no, de esa forma no repite.
Se corta en láminas muy finas, mejor a cuchillo que con la mandolina, porque las domésticas no tienen regulador. Se ponen en un escurridor, y se rocían con sal gorda para extraer el exceso de agua de vegetación y el sabor amargo.
Así deben reposar al menos media hora. Luego se lavan con agua fría y ya están listos. Yo no los lavo a fondo porque me gusta que les quede un puntín salado, pero eso ya son gustos.
Por otro lado preparamos un hummus según la receta de esta web. Sucintamente, lavamos bien unos garbanzos de bote (a ser posible de Pedro Luis que son de agricultura ecológica y por tanto con garantía de origen española), los ponemos en el vaso de la batidora con dos dientes de ajo (también ecológicos por la misma razón), media cebolla roja, el zumo de medio limón, una cucharada grande de tahina, un chorrito de AOVE, sal, pimienta y comino. Se bate hasta obtener una masa lisa y ya tenemos un maravilloso e insuperable hummus.
Tostamos el pan de molde, lo untamos con el hummus, y cubrimos la superficie de cada rebanada con las láminas de pepino. Ponemos una sobre otra y partimos diagonalmente para que se parezca más a los tradicionales cucumber sandwichs, aunque estos se hacen con pan sin tostar.
Si tienen ustedes dientes y quieren hacer un mezzé como Dios manda, usen panes de pita recién tostados.
He puesto las tres alternativas, en pan crudo, tostado y en pita, para que vean el aspecto de cada presentación.
Un vino para cada pincho
Es un poco tonto perder el tiempo escogiendo un vino para un sandwich, pero la verdad está tan rico que yo ceno algunas veces solo esto, así que me gusta hacer las cosas bien.
Yo creo que hay muchos blancos que pueden funcionar de maravilla, pero yo los probé con un Santiago Ruiz y me resultaron deliciosos, de modo que no seguí buscando.