Lusco 2004
Bodega Lusco do Miño
Blanco joven
D.O.: Rías Baixas, Condado do Tea
Añada: 2004
Uvas: Albariño
Crianza: No
Precio: 12
Temperatura de servicio: 9 ºC
Blanco joven
D.O.: Rías Baixas, Condado do Tea
Añada: 2004
Uvas: Albariño
Crianza: No
Precio: 12
Temperatura de servicio: 9 ºC
Ojo con este vino porque estamos ante una de las mejores obras que se han producido el pasado año en Rías Baixas, incluso, junto al Tempo de Adegas galegas y Pazo de Señorans Selección, lo mejor de Pontevedra.
Cada año lo están haciendo mejor, de modo que, a pesar de sus reducidas dimensiones, Lusco do Miño ya se ha consolidado como uno de los grandes albariños, lo que implica ser uno de los grandes de España.
El vino es aromático pero sin sospechas.
Esta última cosecha que hemos probado desborda las anteriores, pero aun así, su mayor virtud está en el equilibrio que presenta en boca. Es armonioso, potente, con una gran acidez que hace que el elevado grado alcoholico (13º para un albariño, es un cañón) apenas se perciba, salvo para dejar una sensación glicérica que aterciopela la lengua y hace que el vino resulte amable.
Sin duda este es uno de esos albariños con los que podemos experimentar envejecimientos en botella. Es la última moda en Rías Baixas (¡anda que no me costó nada convencer a la presidenta de la idea!), probar vinos que llevan tres o cuatro años embotellados, los malos desaparecen, los buenos, resplandecen.
Cada año lo están haciendo mejor, de modo que, a pesar de sus reducidas dimensiones, Lusco do Miño ya se ha consolidado como uno de los grandes albariños, lo que implica ser uno de los grandes de España.
El vino es aromático pero sin sospechas.
Esta última cosecha que hemos probado desborda las anteriores, pero aun así, su mayor virtud está en el equilibrio que presenta en boca. Es armonioso, potente, con una gran acidez que hace que el elevado grado alcoholico (13º para un albariño, es un cañón) apenas se perciba, salvo para dejar una sensación glicérica que aterciopela la lengua y hace que el vino resulte amable.
Sin duda este es uno de esos albariños con los que podemos experimentar envejecimientos en botella. Es la última moda en Rías Baixas (¡anda que no me costó nada convencer a la presidenta de la idea!), probar vinos que llevan tres o cuatro años embotellados, los malos desaparecen, los buenos, resplandecen.
Hay tanto vino que cuesta trabajo buscarle novia, sin embargo, a pesar de su poderío, se porta como un caballero y respeta los sabores de algunos grandes mariscos, incluso de ese plato de conchas que nos propone Juan Carlos en su Sport y, sin movernos de Luarca, podemos hacer la prueba con los espárragos rellenos del Villa Blanca, una prueba de fuego para muchos vinos y que este supera con creces, incluso con el pitu que ponen de segundo.