Las huertas se acaban
Hace unos días recibí un precioso libro llamado Gran Bretaña para Gourmets que distribuye "Food from Britain", un organismo dedicado a promocionar los alimentos británicos por todo el mundo (si desean información pueden comunicar con el teléfono 91 559 26 12) y en el que además de saber mostrar con suma delicadeza y elegancia sus productos gastronómicos y su hostelería mas destacada, sus editores han sabido transmitir ese refinado culto que los ingleses tienen hacia la buena mesa, hacia sus entrañables costumbres y en definitiva hacia la buena vida.
En esta publicación, por la que hay felicitar a todas las personas que en ella han intervenido y sobre todo al gobierno inglés que es quien la ha financiado, aparece una costumbre típica del hospitalario País de Gales y que consiste en que el consumidor puede si lo desea recolectar el mismo la fruta en los innumerables huertos que allí se cultivan y luego, al salir de la propiedad, la paga al peso.
De esta forma tiene la certeza de que su cesta de la compra es totalmente natural y que no proviene de ningún almacén de dudosa higiene o de ninguna cámara en la estuvo refrigerada durante meses, además de la propia satisfacción que produce el propio acto de recolectar uno mismo los productos que va a consumir.
Yo comprendo que existen determinados factores que han llevado a los fruteros españoles a vender productos de bella apariencia y cuyo sabor en nada concuerda con los de la huerta, así ahora el tomate sabe a calabaza, las peras a manzana, las zanahorias a puerro y los melones a pepino.
Comprendo también que es muy cómodo tener cualquier fruta u hortaliza durante todo el año. Acepto que es socialmente positivo que gracias a los avances de la tecnología agrícola actual los precios de frutas y verduras sean asequibles a cualquier bolsillo.
Pero yo pregunto: ¿Y que es de los pobres y sufridos gastrónomos, de los amantes de la buena mesa, de aquellas personas que deseamos volver a poder disfrutar de una sencilla pero aromática ensalada de tomate o sentir la fragancia de una manzana del país? ¿A caso los tragones, los "bon vivants" , los sibaritas, en definitiva los auténticos defensores de nuestra cultura, no tenemos también derechos?
Pues parece ser que no.
Así pues cuando mañana baje al mercado, los puestos de fruta parecerán una feria de muestras internacional con los tomates holandeses, las manzanas suizas, las naranjas tunecinas, las uvas chilenas, las peras neozelandesas, los melones de australianos, las fresas de noruegas y las lechugas de las chimbambas.
Si le interesa leer más sobre este tema, pinche en el icono Buscador (angulo superior derecho de su pantalla) y escriba la palabra objeto de estudio.
Además les recomendamos visitar la página Historia de la Cocina, donde hay gran cantidad de información sobre los alimentos.