Finca Montepedroso

 Extracto del libro Un vino para cada pincho, maridajes de la Cocina Canalla.

El primer Rueda de mesa que deslumbró a media España fue precisamente elaborado por una bodega riojana hace más de treinta años, ahora, cuando la codicia y la mala gestión de su consejo regulador están tirando la calidad, vuelven a ser los riojanos quienes están sabiendo elaborar vinos de la máxima calidad y con políticas comerciales serias que dignifican sus productos.

Este “juguete” de la familia Martinez Bujanda es uno de esos ejemplos que nos devuelven la confianza, incluso, por qué no decirlo, nos sorprenden después de llevar tres décadas probando auténticas delicias. Es un vino muy complejo, con una potencia aromática que invita a pasar unos buenos minutos con la nariz en la copa buscando las sucesivas oleadas que nos llegan, ora a frutas muy maduras, casi compotadas, ora a algunos cítricos en la línea del pomelo rosa, algunos retazos a hierbas, la tarjeta de visita de la variedad, y también algunas notas ahumadas. Pero es en boca donde sorprende su tacto glicérico a la vez que el sabor seco y ácido, lo que configura una estructura de gran vino. Yo creo que puede ganar en botella si se deja reposar un par de años.

Salmón ahumado 

Desde que los noruegos aprendieron a “fabricar” salmones como si fuesen pollos, esta preparación, hasta hace no muchas décadas reservada a las mesas más elegantes del mundo, ya se puede encontrar en las barras de bulliciosos bares de tapas de cualquier provincia española.

Desde luego que hay muchas clases y calidades, incluso algunas destinadas exclusivamente a la hostelería y no precisamente a la de élite, pero en general es un producto rico, resultón, y que permite hacer diabluras, desde un simple canapé de pan de molde untado con salsa tártara, hasta sofisticados rollitos de apio picado con yogur y huevas de salmón. Todo vale para este maridaje, porque la potencia aromática y sàpida del salmón ahumado, sobresale por encima de sobre sus acompañantes. 

Maridaje 

Complicado y arriesgado maridaje, porque lo seguro es acompañar el salmón con un buen cava, y según los seguidores de las armonías aromáticas, con un chardonnay de crianza, aunque lo más habitual es que el ahumado del bocado eclipse por completo los matices del vino.
Aquí busco un choque radical, aunque hay muchos aspectos en común. El vino es glicérico y el salmón suele empastar la boca, pero la acidez y la fruta de la bebida explotan en la boca y llegan a crear una sensación conjunta, una percepción muy compleja pero a la vez muy clara. Es uno de esos maridajes que me recuerdan a los guisantes con jamón y vino de Gewürztraminer, algo insólito pero inolvidable.
Es previsible que si nos sirven tapas de salmón ahumado el resto del picoteo irá en esa misma línea, así que el vino será un complemento de lujo para una elegante cena informal.