Las modas, eso que hoy se llaman técnicas de marketing o gestión de comunicación, han hecho que los vinos blancos catalanes pasen a un segundo puesto por detrás de los gallegos y del arrollador verdejo de Rueda.
No seré yo quién desprecie estos vinos, porque los hay excelentes, pero el panorama español es muy rico y debemos tener en cuenta que donde se inició el movimiento de los grandes blancos fue aquí, en el Penedés, y su evolución ha ido con los tiempos, por lo que ahora se pueden encontrar vinos excepcionales, como este Xarel·lo, que se merece una cata ortodoxa.
Una cata fina para percibir todos esos matices florales y afrutados que enmarca una madera muy integrada, pero lo más importante es que es un vino que nos va a permitir hacer maridajes de alto nivel con los productos más insospechados, como estas difíciles empanadillas que se convertirán en un sofisticado ágape.
Empanadillas de bonito
Junto con las croquetas, este bocado fue para mí una de las mayores tentaciones desde que tengo uso de razón.
La empanadilla española es un pincho canalla, con sabores golfos de bonito de lata, salsa de tomate industrial, huevo duro y aceitunas, y yo apuntaría aún un detalle más rastrero, y es que deben comerse frías, a ser posible robadas de la barra de una taberna castiza.
Mi tata me las hacía de masa de hojaldre, pero mi madre usaba las obleas de La Cocinera y resultaban insuperables, por todo ello digo que son una golfada.
Las hay de carne, las llamadas criollas, que están muy ricas, hasta pueden llegar a ser un plato gourmet, pero las de bonito tienen una picardía especial.
Huelga decir que hablamos de empanadillas caseras, nada que ver con ciertos engrudos precocinados y congelados que nos ponen de tapa en baruchos de mala muerte. Eso son blasfemias contra nuestra gastronomía.
Maridaje
Las empanadillas suelen tomarse con una caña, y están muy ricas, pero cuando nos ponemos más serios y las servimos en un menú informal, nos encontramos con que plantean más problemas de los que cabría esperar.
La mezcla con la que se hace el relleno tiene un carácter ácido, sobre todo debido al tomate y a las aceitunas, pero es que el huevo duro es otro verdugo para muchos vinos. Incluso hice la prueba con un cava y lo desarmó, algo realmente sorprendente, porque estos vinos son auténticos guerreros. Luego comprendí que había que ir por lo blando, por sabores más sutiles pero con gran estructura, y este Creu de Lavit me dio el punto. Como es preceptivo, la degustación siguió con otros fritos de masa y demás aperitivos calientes, y la Xarel·lo nos sorprendió por su versatilidad.