Atrium Chardonnay
Bodega Torres
www.torres.es
D.O.: Penedès
Uvas: Chardonnay
Crianza: 5 meses en barricas nuevas de roble Hungría y Nevers.
PVP: 6 €
Extracto del libro Un vino para cada pincho, maridajes de la Cocina Canalla.
Es curioso como esta uva cambia de perfil según sea el terruño en que se desarrolla. Para aquellos aficionados que rechazan los Chardonnays por ser demasiado pesados, glicéricos, empalagosos y hasta rebuscados, este vino les cambiará la percepción ya que es un blanco fresco, con una agradable acidez, bastante estructura de boca sin llegar a ser un coloso y con un abanico de frutas bastante complejo, pero no agobiante, como sucede con esta variedad en otras regiones.
Con el paso de los años estas viñas están dando vinos más aromáticos, con recuerdos a mango, piña, melocotón, flores blancas..., pero casi lo más notable en boca es esa equilibrada crianza en roble que aporta unas notas vegetales que se sienten como con más cuerpo que el que mantiene de la uva. Hay que tener en cuenta que es un vino de seis euros, por lo que no se puede medir con sus hermanos Fransola o Marimar, pero sí valorar por sí mismo, sobre todo en cuanto a sus maridajes, porque da mucho juego.
Calamares fritos
Esta debe ser una las tapas más populares de nuestro repertorio a la vez que un bocado exquisito, porque cuando uno prueba unas rabas frescas en Puerto Chico o un calamar de potera cortado en anillas y frito en aceite de oliva limpio, los sabores a mar que nos llenan la boca son una verdadera fiesta.
Desgraciadamente, en la mayoría de los bares nos servirán sabe Dios qué cosa (hasta intestinos de cetáceos) y encima fritas en freidoras con aceite de palma degradado, un auténtico veneno al que algunas personas tienen sus cuerpos acostumbrados, pero que a otros nos puede costar una gastritis o hasta un cólico de hígado.
Ya sé que no es fácil saber donde sí y donde no, pero mi consejo es que si no tenemos confianza en el local es mejor pedir unas aceitunas.
Maridaje
Todos tenemos grabada esa imagen estereotipada de nuestra juventud en la que no había nada más golfo y tentador que ir a comer un bocata de calamares con unas cañas por los aledaños de la Plaza Mayor de Madrid.
Yo volví cargado con algunos años más y la verdad es que aquello rozaba lo escatológico, así que les ruego que piensen en otro escenario, por ejemplo en una terraza sobre la ría de San Vicente de la Barquera y ahí sí verán que delicia es la combinación de este marisco rebozado, acompañado de este elegante vino.
Hago el apunte de “rebozado” porque es un factor a tener muy en cuenta, de hecho este vino me encantó con un surtido de eso que ahora llaman “tempuras”, con gambas y pescaditos, y resultó muy agradable, aunque el plato estrella fueron estos calamares que ven en la foto, recién pescados frente a la playa de Salinas.